viernes, 22 de junio de 2018

Marx: Prólogo (lo presentan el viernes Castillo y Vogel)



El Prólogo a la “Contribución a la Crítica de la Economía Política” (1857) es un texto introductorio a una obra que Marx publicaría dos años más tarde. En esta introducción el autor sintetiza su entendimiento materialista de la historia.

En la primera parte del Prólogo, Marx habla de las relaciones de producción. Se refiere a que la vida humana, se construye a través de las relaciones sociales: "... en la producción social de sus vidas los hombres establecen relaciones necesarias e independientes de su voluntad". El ser humano es un producto de la naturaleza y de la sociedad; se va haciendo en la medida que va ejerciendo una actividad productiva. La única esencia o naturaleza humana, es en realidad, el conjunto de las relaciones sociales.

Durante ese desarrollo, surgen de forma inevitable y necesaria unas relaciones de producción, que el ser humano no puede elegir. Estas relaciones sociales de producción son relaciones entre trabajadores y patrones, entre trabajadores y máquinas, entre trabajadores y productos manufacturados que son mercancías sujetas a la ley de la oferta y la demanda. Lo más importante para el pensamiento histórico es que las relaciones sociales de producción son relaciones entre clases.

El obrero, cuando realiza su trabajo, desarrolla sus fuerzas productivas materiales, para transformar las materias primas en productos manufacturados susceptibles de ser vendidos y comprados en el mercado. El trabajo constituye la esencia del hombre, es decir, la producción. El ser humano se diferencia de los animales, cuando empieza a producir sus medios de vida.

Fuerzas productivas: este concepto designa el trabajo real, que es lo que hace que pasemos del puro animal, al ser humano. Es el trabajo y su capacidad de transformación de la naturaleza, lo que eleva al ser humano sobre el resto de los seres naturales. Las Fuerzas de Producción incluyen la organización para el trabajo y el estado de la tecnología. Sobre estas fuerzas productivas se basan las relaciones de producción.

En la segunda parte del Prólogo a la Contribución a la Crítica dice que "el conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica". Según Marx la sociedad y la historia tienen dos partes: la estructura y la superestructura. La estructura es el conjunto de los medios, formas y fuerzas de producción de una sociedad. Es decir, la economía fundada en la relaciones de producción. Esta estructura para Marx es la base real, el fundamento de la sociedad y de la historia, ya que esa estructura determina la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. "El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general". Esta afirmación es una de las tesis más importantes del pensamiento de Marx y del materialismo: la manera o forma de producir determina las formas de pensamiento, y en general todo el proceso de la vida social. Con esto quiere decir que no se vive como se piensa, sino que se acaba pensando según se vive, es decir, según se produce. Las estructuras jurídicas y políticas y la conciencia social suelen ser a menudo, y especialmente en la sociedad burguesa capitalista, meras justificaciones o reflejos de una situación de opresión social.

Estructura económica o infraestructura: es la base real de la sociedad y del hombre en general. Está constituida por las fuerzas productivas y las relaciones de producción; cualquier organización social, jurídica o política está condicionada totalmente por ella, sustentando el resto del complejo entramado social. Es, en síntesis, la economía de una sociedad.

Superestructura: es un término mucho más complejo que el anterior. Designa tanto el conjunto de leyes de un estado, su organización política (poder legislativo, judicial y ejecutivo), como sus formas de pensamiento: moral, ciencia, filosofía, religión, arte, folklore, etc. Toda la jerarquía de valores y formas espirituales de una sociedad.

Modo de Producción: designa de un modo genérico e histórico el estado de desarrollo económico de una sociedad, las distintas épocas de progreso en la formación económica de la sociedad. Marx en esta misma obra cita varios modos de producir: el MP antiguo (o esclavista), el MP feudal y el MP capitalista (o burgués, o moderno).

Finalmente llega a una conclusión: "No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia". Esta es la expresión del humanismo materialista y práctico de Marx. Es la sociedad en la que vive, y especialmente el modo de producción, quien configura la mente humana, la forma de conocer la realidad que le rodea. Su forma de pensar, su mentalidad o cosmovisión está en función de la economía y de la sociedad. Toda la historia es en realidad la historia del proceso real de producción, es decir, de la economía.

Las relaciones de producción corresponden a la evolución de las fuerzas productivas. En un estadio determinado de su desarrollo, las fuerzas productivas materiales entran en contradicción con las relaciones de producción existentes. Esas relaciones se transforman de formas de desarrollo de las fuerzas productivas en ataduras, en estorbos para las mismas. Las relaciones de producción pasan a ser obsoletas para el desarrollo de las fuerzas de producción, incompatibles con éstas. Las fuerzas de producción serían el verdadero motor de la historia (son las que se desarrollan primero, las que están en constante cambio y evolución, como la tecnología), y las relaciones sociales serían conservadoras. Cuando se hacen completamente incompatibles, estalla una revolución social

“La organización feudal de la agricultura y la industria manufacturera, en una palabra, las relaciones sociales feudales, dejaron de corresponder a las fuerzas productivas ya desarrolladas. Frenaban la producción en lugar de impulsarla. Se transformaron en impedimentos. Era preciso romper esas trabas, y las rompieron. (...) El privilegio, la institución de los gremios, el régimen reglamentado de la Edad Media, eran relaciones sociales que sólo se correspondían con las fuerzas productivas adquiridas y con el estado social anterior, del que aquellas instituciones habían brotado. Se acumularon capitales, se desarrolló el comercio marítimo, se fundaron colonias; y los hombres habrían perdido estos frutos de su actividad si se hubieran empeñado en conservar las formas a la sombra de las cuales habían madurado aquellos frutos (se refiere a las relaciones sociales)
-carta de Marx a Pável Annenkov

viernes, 15 de junio de 2018

Marx, clases y lucha de clases (lo presentan el lunes las 3 estudiantes asignadas)

Marx, clases y lucha de clases
(EL LUNES PRESENTAN ESTE TEXTO LAS TRES ESTUDIANTES ASIGNADAS)




Karl Marx, desde su visión del materialismo histórico, ha definido a las clases en términos estrictamente económicos, y para ser aún más específicos, las definió en términos de propietarios y no propietarios de los medios de producción.

Hay determinados sujetos que son dueños de los medios de los cuales se producen todo aquello necesario para poder vivir. El carácter de propiedad privada le da la pertenencia sobre esos medios, bienes o mercancías. Son los dueños de lo que se produce. En términos del materialismo histórico van a constituir: la clase dominante.

El sistema de clases se va a constituir a lo que es la propiedad de los medios de producción. Los propietarios de los medios de producción constituyen la clase dominante. Y los que no tienen ninguna propiedad más que su fuerza de trabajo, van a ser: la clase dominada.

Hoy las clases sociales dentro del esquema marxista son: los burgueses capitalistas, y los trabajadores industriales. Dichas clases se originan, o mejor dicho aparecen en el capitalismo industrial, puesto que dicho modo de producción tiene como fundamento el que los individuos sean propietarios libres. No obstante, dichos propietarios no poseen lo mismo sino que poseen lo que el otro necesita. El capitalista es el poseedor de los medios de producción, y el trabajador es el poseedor de su fuerza de trabajo. En ese intercambio entre ambos agentes es que toma lugar la explotación capitalista, es decir, la explotación del trabajo vivo por medio del trabajo muerto.

Dicho intercambio es lo que genera la desigualdad entre ambas clases sociales, puesto que el capitalista al ser propietario de los instrumentos de producción tiene como meta la acumulación de capital para reinvertirlo y acumular infinitamente más capital. Es decir, el burgués capitalista por medio del ciclo en que se compra con dinero D una mercancía M para así venderla por más dinero D’ (D-M-D’), el dinero que le queda de excedente o plusvalía lo invierte para el acrecentamiento del capital fijo (tecnología) en desmedro del capital variable (fuerza de trabajo).

La clase burguesa o capitalista, entonces, no sólo sería la propietaria de los medios de producción, sino que también —en consecuencia de lo anterior— podría establecerse que es aquella que tiene tal capacidad de acumular capital (dinero y tecnología) que puede adquirir mucha mayor cantidad de valores que la clase trabajadora. La clase obrera entonces, no solamente es la no-propietaria de los medios de producción y propietaria de su fuerza de trabajo, sino que por consiguiente y al participar en la producción como mero asalariado, sólo puede conseguir una limitada porción de los valores de uso puesto que esa clase no acumula capital, y si acumula es solamente ahorro de capital-dinero pero una cantidad muy inferior en comparación a lo que acumula el burgués capitalista.

Cada modo de producción a lo largo de la historia de la humanidad, cada forma de sociedad, cada manera en que los hombres producen su vida, van a tener estas dos clases centrales que representan la idea de propietarios y no propietarios. Las clases dinamizan, movilizan el orden social. Se parte desde un punto de vista económico (la propiedad privada de los medios de producción) pero la clase que domina en términos económicos también tiene que dominar en términos políticos, porque tiene que hacer que el dominado acepte esa dominación, que dé consenso al dominante.

Esto se logra si la clase dominante logra hacer que sus intereses sean aceptados como los intereses del conjunto, de todos.

La clase dominante para legitimar su dominación: hace que el dominado acepte la dominación del otro. ¿Cómo? Aceptando que las ideas del dominante son las ideas de todos, del común, son las ideas propias. Para la teoría materialista: un obrero, un desocupado y un gerente de una empresa, los tres pertenecen a la clase dominada, los tres son explotados, los tres adoptan ideas de otros como propias.



Las clases sociales para el marxismo están definidas por las relaciones de producción, es decir, por la forma en que los hombres producen mercancías. En las relaciones de producción, el papel que ocupa cada individuo está determinado por la división del trabajo, es decir, aquellos que desarrollan una misma actividad -y por tanto están sometidos a unas idénticas condiciones- conforman una clase social. Las clases sociales vienen determinadas por el lugar que ocupan en el proceso de producción de la riqueza. Hay una clase de personas que produce la riqueza y otra que se apropia de ella. Una clase es oprimida y la otra es opresora. De esa relación no cabe esperar sino el antagonismo y la hostilidad entre explotados y explotadores.

A lo largo de la historia siempre ha habido clases enfrentadas. En las sociedades esclavistas (Grecia y Roma en la Antigüedad) fueron antagónicos los propietarios libres y los esclavos; en el seno de la sociedad feudal medieval el enfrentamiento se estableció entre nobles y eclesiásticos por un lado y siervos por otro. Hoy, en la sociedad capitalista ocurre igual: la lucha de clases es protagonizada por la burguesíapropietaria de los medios de producción (capital, fábricas, máquinas, transportes, etc.) y por el proletariado que, al disponer únicamente de su fuerza de trabajo, se ve obligado a venderla a cambio de un salario.

Los intereses de ambas clases son para Marx antagónicos e incompatibles y conducirán indefectiblemente al enfrentamiento. A medida que el capitalismo vaya desarrollándose el número de obreros se incrementará, lo que unido al deterioro de sus condiciones de vida, conducirá a la revolución.

“La historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases. Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos, en una palabra: opresores y oprimidos se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante; lucha que terminó siempre con la transformación revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento de las clases en pugna.

En la antigua Roma hallamos patricios, caballeros, plebeyos y esclavos; en la Edad Media, señores feudales, vasallos, maestros, oficiales y siervos, y además, en casi todas estas clases encontramos, a su vez, gradaciones especiales.

La moderna sociedad burguesa, que ha salido de entre las ruinas de la sociedad feudal, no ha abolido las contradicciones de clase. Únicamente ha sustituido las viejas clases, las viejas condiciones de opresión, las viejas formas de lucha por otras nuevas.

Nuestra época, la época de la burguesía, se distingue, sin embargo, por haber simplificado las contradicciones de clase. Toda la sociedad va dividiéndose, cada vez más en dos grandes bandos hostiles, en dos grandes clases que se enfrentan directamente: la burguesía y el proletariado.”
-Marx, en el Manifiesto Comunista (1848)


Lucha de Clases (extractos):
por Ramón Peralta

Marx fue subtitulado más que interpretado, y quizá por eso, aún hoy nos siga intentando decir, que la "Lucha de Clases" es otra cosa. La mas primitiva expresión de "capital" es la tierra, con todo lo que la rodea. El ser humano nació para demandar cosas, cuya naturaleza es escasa. Y el día que el hombre se dio cuenta que podía transformar esas cosas, nació el trabajo.

Marx siempre dijo lo mismo, sólo que su prolífica y enigmática filosofía despertó tantos interrogantes como "intereses". ¿Qué quiso decirnos Marx con la "lucha entre clases"? Obviamente dejaré por salvado el hecho de que todos saben a qué se refería cuando hablaba de burgueses, proletariado, etc. Que era, ni más ni menos, que la simplificación descriptiva de un problema que hasta ese momento se veía como disperso y sinuoso, y que en resumen se resolvió en "El Manifiesto Comunista", que luego fue ampliado y mejor delineado en el inconcluso libro "El Capital". ¿Qué se entiende por "lucha de clases"?

El burgués, poseedor de cosas (capital), lucha contra el proletario, poseedor de la transformación de las cosas (trabajo), y este a su vez, se defiende o contra-ataca contra el primero. Ambos defienden y atacan, pero siempre se lucha por lo mismo, la posesión de cosas (capital). Cuando Marx concibió la "plusvalía", en realidad nos estaba diciendo dos cosas importantes: primero que tanto las cosas, como el trabajo eran capitales en disputa. Y no puede haber un burgués sin alguien que trabaje para él. Sin embrago, Marx tenía sus dudas sobre si a la inversa se verificaba esa hipótesis. ¿Puede el proletario prescindir del burgués?. Y aquí es donde radica el meollo del asunto.

La "lucha de clases" siempre se trató de pujas por la posesión de cosas, y mas precisamente fue y es, una lucha por "espacios". No se trata de la lucha entre lo público y lo privado, o por defecto, la lucha entre la propiedad privada y estatal. No es la lucha del estado contra los individuos o particulares. La lucha de clases, es la lucha por espacios. Es luchar por los espacios donde está el capital que cada uno necesita, y por ende persigue. Los trabajadores y obreros, luchan por detectar y poseer espacios, donde esté el capital donde poder trabajar (transformación) para hacerse de su propio capital (cosas). Y los burgueses buscan detectar y poseer espacios donde esté el capital laboral o humano (trabajador, obrero, profesional, etc.), para poder preservar e incrementar sus posesiones en cosas pre-existentes (capital).


Muchos "genios" del socialismo contemporáneo hablaron de "revolución". Para ellos la revolución, significa accionar para revolver algo cuasi místico, en poco tiempo. Vale decir: que entendieron que la lucha histórica del hombre por ocupar espacios de capital, por ende de poder, se podían solucionar con algunos fusiles y muchos muertos. Pero no solucionaron nada, pues solo lograron que el capital de los burgueses pase a otras manos, pero no del pueblo. Se les ocurrió que el pueblo no podía administrarse por sí mismo, para lo cual lo pusieron bajo la tutela de una vanguardia caudillista y dictatorial. El resultante fue un Estado Plenipotenciario que se terminó transformando en una nueva expresión de plutocracia verticalista y burocrática. Esto no es lo que quería Marx, os lo aseguro.

viernes, 8 de junio de 2018

Marx y la "Acumulación Originaria"

Marx y la "Acumulación Originaria"



El capítulo XXIV del Primer Tomo de El Capital es posiblemente uno de los más famosos textos de Karl Marx.

Este texto debe servir para abrir la discusión;  en los veintitrés capítulos anteriores, Marx había hecho un extenso análisis del proceso de producción de la plusvalía, e igualmente había analizado cómo  se generó una lógica del mercado en el que dinero y mercancía se transforman en capital. Al llegar al capítulo XXIV Marx convierte toda esta información económica y la traslada al ámbito histórico: nos muestra la evolución del mercado capitalista en términos humanos, de pueblos, hombres, mujeres, niños, etc.

Sabemos que en el modo de producción capitalista la clase burguesa es la propietaria de los medios de producción. Pero ¿cómo llegaron esos medios a sus manos? Parte muy importante de ese proceso histórico es separar a los trabajadores de sus medios de producción: crear una clase de personas libres que se vean en la necesidad de vender su fuerza de trabajo. Lo que Marx definió como "acumulación originaria" de capital constituyó un proceso que precedió a la formación de la gran producción capitalista y separó de los medios de producción a los productores directos.

Dos aspectos históricos de este proceso son:

1) La quiebra de los campesinos y su transformación en individuos sin propiedad, jurídicamente libres, carentes de medios de subsistencia y, por lo tanto, obligados a vender su fuerza de trabajo a los capitalistas. Este hecho fue esencial en las nuevas relaciones sociales que se dieron en el proceso de industrialización, pues permitió a los dueños de los talleres y fábricas disponer de abundante mano de obra procedente del campo con la que acrecentar a través de la plusvalía una riqueza que, reinvertida, multiplicó el desarrollo del capitalismo.

La acumulación de capital supuso la separación de los medios de producción (esencialmente la tierra) de los productores directos, los campesinos. En Inglaterra este proceso se realizó mediante las "leyes de cercamiento", que privaron a los agricultores tradicionales de los bienes comunes destinados al autoconsumo. Los nuevos propietarios pasaron a explotar las nuevas propiedades con una mentalidad capitalista.

2) La concentración de dinero en pocas manos, esencial en la creación y desarrollo de empresas industriales, por ejemplo, en la Inglaterra del siglo XVIII.

En Inglaterra, el proceso de la acumulación originaria del capital supuso la expropiación violenta de los campesinos, de cuyas tierras se apoderaron los grandes propietarios, quienes las convertían en pastizales para ovejas. Los campesinos desposeídos de sus tierras quedaban reducidos a la condición de personas carentes de bienes y, en ultima instancia, se veían obligados a someterse al trabajo bajo régimen capitalista. El gobierno dictaba leyes crueles contra las persones desamparadas, sin medios de subsistencia, que vagaban por todo el país; las empujaba hacia las nuevas empresas y las doblegaba a la disciplina cuartelaria del trabajo.

El saqueo de las colonias en América y África, los préstamos del Estado a las industrias que nacían, el sistema tributario y la política proteccionista también contribuyeron a que ciertas personas, sobre todo mercaderes, reunieran en sus manos grandes capitales. El Estado -que, para el pensamiento marxista es un aparato de la clase dominante- promulgaba leyes opresivas contra los expropiados, limitaba el salario de los obreros, establecía una prolongada jornada de trabajo. A este proceso corresponden también las leyes contra la vagancia: nadie puede quedar libre; el establecimiento de una sociedad capitalista necesita que la gente quede sujeta al trabajo para otro.

El proceso de la acumulación originaria del capital no se produjo al mismo tiempo ni el las mismas condiciones en los diversos países. En Inglaterra, Holanda y Francia, tuvo lugar en los siglos XVI—XVlll; en los países económicamente atrasados sucedió hacia el siglo XIX. En Rusia, el proceso se extendió a lo largo de los siglos XVII-XIX y culminó con la reforma campesina de 1861, que arruinó en masa a los campesinos, los dejó sin tierras y convirtió a gran número de ellos en proletarios.

A fines de 1842 Marx escribió un artículo en el que expuso su rechazo a la promulgación de una ley por la cual se prohibía a los campesinos de la zona del río Mosela recoger ramas caídas para utilizarlas como leña. De acuerdo con las antiguas costumbres campesinas, era perfectamente legítimo recoger la leña caída en el bosque o cultivar tierras desocupadas para y alimentar a los hijos hambrientos. Pero en un largo proceso entre los siglos XVI-XIX las tierras comunales, como los bosques, fueron privatizadas y cercadas. Antes, podían utilizarse los bosques para alimentar animales de los campesinos o sembrarlos. Las leyes fueron cambiando: los árboles pasaron a tener un propietario y se pasó a castigar el cortar madera de los árboles para conseguir leña, llevarse la madera ya cortada o, lo que es peor, llevarse la madera seca que se caía naturalmente de los árboles. Era necesario que el campesinado pierda sus medios de vida.

La tendencia histórica mundial es a la proletarización. Es decir, a quitarles a los trabajadores sus medios de producción y empujarlos a vender su fuerza de trabajo a un capitalista. Podemos pensar en el ejemplo de un taller artesanal de instrumentos musicales. Una familia de artesanos con sus propias herramientas, su localcito y sus clientes. El desarrollo de la gran industria hace bajar los costos para las fábricas que producen en masa, por lo que los precios del taller artesanal simplemente no pueden competir con los de la producción en serie. Es posible que los pequeños propietarios del taller deban terminar vendiendo su fuerza de trabajo a la fábrica, transformándose en empleados al quebrar su pequeña industria. Ahora ni las herramientas, ni el local les pertenecen a la familia, ni tienen relación alguna con los clientes ni deciden qué, cómo, cuándo ni cuántos instrumentos fabricar. Algo similar sucedió en Argentina con los tambos familiares, muchos de los cuales debieron terminar vendiéndose a las grandes empresas como La Serenísima o SanCor.

martes, 22 de mayo de 2018

Secuestrando novias en Kirguistán

Secuestrando novias en Kirguistán
Links para el punto 1 del TP. El primero está completo. Pueden activar los subtítulos.

https://www.youtube.com/watch?v=DKAusMNTNnk

https://www.20minutos.es/videos/documentales-vice/exBHIV05-secuestrando-novias-en-kirguistan/

viernes, 18 de mayo de 2018

Zygmunt Bauman y la Modernidad Líquida

Zygmunt Bauman y la Modernidad Líquida



A través de la historia, diversas instituciones y estructuras sociales se mantuvieron intactas e incuestionables, donde los valores más relevantes se asociaban a la estabilidad, la unión y la tradición. Pero en nuestra realidad actual, estos valores, guías y estructuras se han disuelto, dando lugar a la Modernidad Líquida, concepto elaborado por el sociólogo polaco Zygmunt Bauman.

La Modernidad Líquida es una categoría sociológica que sirve para definir el estado actual de nuestra sociedad. Bauman la define como una figura de cambio constante y transitoriedad, atada a factores educativos, culturales y económicos. La metáfora de la liquidez intenta demostrar la inconsistencia de las relaciones humanas en diferentes ámbitos, como en lo afectivo y en lo laboral. Las redes sociales juegan su parte en ello, ya que nos permiten conectarnos con todos, pero a la vez desconectarnos cuando queramos: un clic representa un muro o un puente en las relaciones humanas.

La sociedad líquida está en cambio constante, lo que genera una angustia existencial, donde parece no haber sentido cuando se trata de construir nuevas cosas, ya que el tiempo y la propia modernidad impulsarán su desintegración. Así nos encontramos como raza humana navegando los mares de la incertidumbre, sin saber cómo estará la economía mañana, si estallará una crisis o no, si contaremos con trabajo, si formaremos una familia, etcétera.

¿Por qué “Líquido”?

Los líquidos y los gases tienen la cualidad de la fluidez, que los distingue de los sólidos, que son elementos con forma definida y fija, mientras que los primeros sufren continuos cambios y no conservan con facilidad su forma. En este sentido, las “cosas líquidas” no se atan de ninguna forma al espacio ni al tiempo, son libres de fluir por donde quieran, pero siempre de manera momentánea. Los sólidos claramente no cuentan con la libertad de fluir y no se desplazan con facilidad, son fijos y tienen una forma definida y son perdurables: sí ocupan un espacio y un tiempo.

La liquidez es por tanto, una clara representación de nuestra realidad actual. En la vida todas las cosas fluyen, se desplazan, se desbordan, se filtran y gotean, siempre por un periodo de tiempo limitado y sin ocupar un espacio concreto y definido. Es por ello que Bauman adopta el concepto de “liquidez” como una alegoría de la naturaleza, que representa además una nueva fase de la historia humana.


Los conflictos que la liquidez muestra en el mundo laboral

En su teoría, Bauman expone que uno de los ámbitos más afectados por la Modernidad Líquida es el laboral. Las personas ya no ingresan a un trabajo sabiendo cuándo se retirarán, sino que eso depende de las reglas del mercado y por tanto, es incierto. No sucede como antes, cuando una persona comenzaba a trabajar en una compañía en la que permanecía hasta retirarse: el mercado actual exige renovación y cambios desde la propia empresa, pero también desde las necesidades profesionales.

A nivel laboral hay que estar capacitado para cumplir diferentes funciones y movilizarse para enfrentarse a nuevos desafíos. Un empleo ya no es suficiente para crear una carrera profesional, es necesario experimentar distintas labores en diferentes puestos y compañías para poder aprender más y destacarse por sobre los demás. El individualismo y el egoísmo es también determinante en el campo profesional, lo que ha llevado a una preferencia por los trabajos particulares por sobre los trabajos en equipo.

Los cambios constantes y las exigencias cada vez más limitantes del mercado laboral atemorizan a los trabajadores, que no pueden seguir el ritmo vertiginoso de la Modernidad Líquida, quienes muchas veces quedan rezagados y no sirven como sujetos funcionales al sistema laboral actual.


La identidad del hombre y el problema de las relaciones

La búsqueda de la identidad es otra de las problemáticas que presenta la Modernidad Líquida. El trabajo de construirse a sí mismo como sujeto conlleva mucho tiempo y gira en torno a determinadas tradiciones y creencias, que funcionan como un eje central en la vida. Debido a la fugacidad de los valores actuales, esta identidad se construye en cimientos débiles, causando fragilidad y desarraigo en las personas.

Surge de esta forma una nueva identidad flexible, que puede adaptarse a diferentes escenarios y personas, pero que ya no se relaciona con la construcción de un “yo”, sino que es en función a los demás, lo que genera en los sujetos una fuerte dependencia para con los otros y las expectativas de estos, que deberán ser cumplidas.

Las relaciones humanas han sido el ámbito más afectado por la Modernidad Líquida, donde los roles sociales y las instituciones han cambiado para siempre, bajo el lema de uniones más libres y sin ataduras. El matrimonio como institución es un riesgo que pocas personas se animan a tomar: ahora pocas personas quieren comprometerse a largo plazo. El egoísmo reinante no permite generar verdaderos lazos, por el miedo a perder libertad.

La idea del “use y tire” que nos ha otorgado el consumismo se desplaza a las relaciones, donde no hay tiempo para reciclar, ni seguir usando cosas obsoletas, o en propias palabras del sociólogo: “La vida líquida es una sucesión de nuevos comienzos con breves e indoloros finales”. El miedo a profundizar por perder poder de elección ata a las personas, quienes cada día se encuentran más solas.


El amor líquido en Tinder

Muy poco tienen que ver las relaciones de nuestros abuelos con la nuestra. Miedo al compromiso, relaciones de una noche, desengaños amorosos... A muchos jóvenes (y no tan jóvenes) esto puede resultarles conocido.

Para Zygmunt Bauman, estas relaciones son las que dan nombre a su concepto de amor líquido. Según su patrón, el miedo al compromiso y a las cosas a las que hay que renunciar, como la libertad, son la razón principal por la cual existe este miedo a comprometerse y a darlo todo por una pareja.

Las relaciones amorosas acaban convirtiéndose en breves episodios, en los que priva la búsqueda del beneficio personal. Cuando una pareja deja de ser rentable, se deja de lado y se busca una nueva.

Ni más ni menos que la filosofía de Tinder. Historias de amor para siempre han ocurrido gracias a la aplicación de búsqueda de parejas, aunque la mayoría de usuarios desliza rostros en su pantalla hasta encontrar el indicado para pasar la noche.


Ciudadanos del mundo

Hoy es bastante común entre los jóvenes de clase media hacer un viaje por América Latina, Nueva Zelanda o el Sudeste Asiático, con el objetivo de romper con las barreras y ser testigos de realidades distintas a las de su país de origen.

La realidad líquida de Bauman describe precisamente este escenario, que invita al movimiento, al flujo y a la búsqueda de nuevas experiencias, pero sin echar raíces en ningún lugar. Son ciudadanos del mundo pero de ningún lugar al mismo tiempo.


No más trabajos para toda la vida

Esta filosofía basada en la búsqueda de nuevas experiencias y ser ciudadano del mundo también se ve reflejada en el ámbito laboral dentro de la sociedad líquida.

Nuestros abuelos y padres entraron a trabajar en una empresa cuando terminaron el colegio, y se jubilaron en el mismo lugar 40 años después.

Las personas no quieren ataduras ni en el amor ni en el trabajo, según Bauman.

En la actualidad, no existe el llamado trabajo de nuestra vida. Los empleos son cambiantes y el mercado actual necesita renovaciones dentro de las empresas cada poco tiempo.

Por otro lado, Bauman identifica en sus obras la necesidad de cambio en los trabajadores, a los que se les reclama cada día más volatilidad y capacidad de trabajo en diferentes áreas.

Las empresas buscan a personas volubles, con capacidad de reinventarse y que puedan viajar a otra ciudad cuando sea necesario. Personas que lo den todo en el trabajo aún sabiendo que pueden ser reemplazadas en cualquier momento si no cumplen con las expectativas.


El reto de la educación en un mundo líquido

"Aún debemos aprender el arte de vivir en un mundo sobresaturado de información. Y también debemos aprender el aún mas difícil arte de preparar a las próximas generaciones para vivir en semejante mundo".

La crisis económica que azotó las instituciones financieras y las economías de medio mundo en 2008 cambió la forma de pensar de muchos jóvenes.

Antes de la crisis, la sociedad estaba convencida de que unos buenos estudios derivarían en buenas oportunidades laborales. Pero a partir de 2008, todo se puso del revés. Los que han conseguido trabajo, tienen que reinventarse cada poco tiempo y afrontar nuevos retos constantemente. Otros muchos graduados están trabajando en puestos por debajo de su formación, y muchos ni siquiera han accedido al mercado laboral.

En el libro Sobre la educación en un mundo líquido, Zygmunt Bauman conversa con el educador Ricardo Mazzeo sobre la pérdida de credibilidad de las bases de la educación tradicional, la cual se perfila como algo anticuado por no proveer a los jóvenes las herramientas necesarias para encontrar un trabajo.


La era del consumismo

Los que se compraron el iPhone 3G hace 10 años se sintieron los amos del mundo. Tenían en sus manos un producto único en el mercado en ese momento, el cual marcó una diferencia en el uso de los smartphones.

En la era del consumismo, lo importante no es conservar objetos, sino renovarlos constantemente.

En la actualidad, el que conserve un iPhone 3G no podrá ni hablar por WhatsApp. Más de 8 modelos han actualizado la primera versión de los teléfonos de Apple.

La era consumista que vivimos en la actualidad se basa en la ferviente necesidad de sacar nuevos productos en el mercado que saciar las ansias de renovación de la sociedad.

Los productos duraderos ya no son importantes, en esta era priva lo efímero y lo nuevo para sorprender a los compradores.

El consumismo no gira en torno a la satisfacción de deseos, sino a la incitación del deseo de deseos siempre nuevos.

En esta realidad líquida, lo importante no es conservar los objetos, sino renovarlos constantemente para contentar el espíritu consumista. Lo que es más, los consumos pasan a ser más "momentos" que objetos físicos.

La realidad líquida angustia a las personas al carecer de algo fijo y duradero.

La consecuencia principal del mundo opuesto a lo sólido crea ansiedad en las personas, según Bauman. La necesidad de reinventarse en el empleo provoca que muchos trabajadores se queden atrás y que no cumplan con los requisitos necesarios en la actualidad.

Además, la necesidad de relacionarse choca frontalmente con la falta de compromiso y el miedo a perder a la libertad. En la sociedad actual, no podemos aferrarnos a nada, porque todo es cambiante y efímero. Todo es líquido, y la posibilidad de perderlo todo es más que probable.

lunes, 7 de mayo de 2018

La Cuestión Social y la Modernidad

La “cuestión social”



En el transcurso del siglo XIX en Europa, junto al crecimiento de las grandes ciudades y de la población, empeoraban las condiciones de vida de la mayoría de las personas. El declive de los valores comunitarios y la sensación de desarraigo y aislamiento, agravaban las condiciones de los trabajadores: hambrunas, epidemias, hacinamiento, mala calidad de vida en general.

No era lo mismo trabajar dispersos, en el campo, que trabajar hacinados y bajo el severo reglamento disciplinario de la fábrica, que comenzaba a parecerse a la prisión. Las nuevas condiciones de trabajo y de vida, que implicaron el tránsito de la vida rural a la vida urbana, marcaron el comienzo de un proceso de degradación de la situación obrera.

La pérdida del marco de la comunidad campesina y el brusco aumento de la población, fueron creando una mayor complejidad de las relaciones sociales. Desde el siglo XVIII comienza a usarse el concepto “cuestión social” para ponerle nombre al problema de la pobreza. El pauperismo fue la manifestación más flagrante del divorcio entre los derechos formales de ciudadanía y un orden económico que significaba miseria y degradación social para amplios sectores de la población. El descontento de los trabajadores de las primeras generaciones industriales comenzó a expresarse en distintas formas de protesta social: la destrucción de máquinas, las huelgas, el sindicalismo y el cooperativismo.

¿Cómo volver a introducir el orden en medio del desorden? ¿Cómo reconstruir vínculos de integración en la nueva y compleja sociedad industrial en donde los lazos sociales que ligan al individuo con la comunidad están rotos?

Con este problema, el eje vertebrador de la sociología moderna es la pregunta por el orden social. Detrás de un pensamiento que busca captar “el significado total del mundo en su conjunto” también hay una búsqueda de respuestas a preguntas existenciales. Pues bien, ¿cómo responder a los conflictos planteados por la ruptura de las formas tradicionales de asociación? ¿Cómo recomponer el orden y la unión de las sociedades cuando desaparecían los elementos integradores? ¿Cuáles son las ideas que sirven de base a la sociología? Según el enfoque adoptado, tendremos distintas respuestas a las nuevas cuestiones sociales. Al mismo tiempo, debemos tener en cuenta que el desarrollo de un campo de conocimiento nunca es un fenómeno autónomo. Las producciones teóricas siempre dependieron de las condiciones históricas y sociales en que tuvieron lugar.


La condición obrera. El caso de Inglaterra

En el siglo XIX, la calidad de vida de la mayoría de las personas empeoró sustancialmente.

En el contexto de la Revolución Industrial, los trabajadores se vieron obligados a movilizarse del campo a la ciudad. La explotación de la mano de obra se manifestó en distintos planos:
La jornada laboral duraba lo que duraba la luz del día. Cuando apareció el alumbrado artificial, el horario se incrementó, en algunos casos hasta las 15 horas.

Los salarios eran, en general, muy bajos. No siempre se pagaba con dinero y a veces se pagaba con “vales” que servían para comprar sólo en determinadas tiendas.

Se prefería el trabajo de la mujer y del niño (bajos salarios y menor conflictividad).
Los barrios alrededor del núcleo urbano estaban en pésimas condiciones (sin agua ni luz).

La situación era denigrante. Mientras el proletariado urbano iba creciendo, aparece en Inglaterra, una de las expresiones de protesta de los trabajadores: el ludismo.


El ludismo

El ludismo (que debe su nombre a Ned Ludd) se llamó a la forma de lucha que adoptó la primera generación de obreros industriales ingleses, caracterizada por la destrucción de las máquinas. Los trabajadores amenazaban con destruir las fábricas. Éstas eran vistas como la fuente de todos sus males.

Pauperismo: tendencia a la polarización económica, por la cual los sectores pobres se van haciendo cada vez más pobres y se concentra la riqueza.


Modernidad y expansión del capitalismo

Con el siglo XVI comienza una nueva era, la Edad Moderna, en la que Europa expande su dominio por todo el globo terrestre. Esta expansión provoca inmensas transformaciones en todos los planos de la vida. El concepto de "hombre civilizado", producto de las velocidades de cambio en Europa, será construido a partir del predominio de lo "cultural" sobre lo "natural", y de la "razón" sobre los "instintos". La irrefrenable expansión del capitalismo llevó a las potencias europeas a conquistar otros continentes que fueron subordinados a la nueva lógica del capital. La economía rompió los límites que la aprisionaban hasta conformar un mercado y un comercio mundial. Esto trajo aparejado, a su vez, el desarrollo de la navegación y las comunicaciones e inauguró el ciclo histórico del colonialismo.

En plena fase industrial, los países centrales se vieron obligados a avanzar frente a las demás potencias por la propia lógica de la competencia. Con la búsqueda de nuevos mercados, surge la división entre países industrializados y subdesarrollados (o coloniales). Estos últimos son los que producen las materias primas para las economías industriales.

Asimismo, la conquista de América, África, Asia y Oceanía implicó la dominación de los pueblos coloniales. Ubicándose como hombre "civilizado", el conquistador blanco y europeo asumía cierta "superioridad innata" frente a lo que consideraban las "razas inferiores". Durante el siglo XIX se transformó al mundo y unos pocos países europeos se convirtieron en economías industriales.

El progreso, que se consideraba inevitable, es la palabra clave de esta época. Las nuevas tecnologías, las nuevas fuentes de energía (carbón, electricidad y petróleo), el desarrollo de la industria química, la revolución en los transportes (ferrocarriles y barcos a vapor) y en las comunicaciones (telégrafo, radio, teléfono, periódicos, cinematógrafo) imprimieron al clima de época un tono optimista. El progreso técnico estaba allí; bastaba recorrer las Exposiciones Universales organizadas en las grandes capitales europeas que exhibían las innovaciones. Sin embargo, con un tono más escéptico y pesimista, también aparecieron durante el siglo XIX los teóricos críticos del capitalismo que interrogaron y pusieron en duda los progresos de la modernidad. La técnica no parecía liberar al hombre, sino que imprimía una deshumanización del trabajo en la fábrica. La progresiva mecanización y la división del trabajo provocaron una ruptura en la relación entre el trabajador y la actividad productiva global. EI trabajo se redujo a una función parcializada y repetida mecánicamente.

La máquina se introdujo dentro del “alma” del trabajador. Y el cuerpo fue construido a partir de la maquinización: el autómata, el hombre como un engranaje más de la maquinaria, el obrero “chaplinesco” de la cadena de montaje que muestra la película Tiempos Modernos.

El resultado es obvio: el enfrentamiento entre el hombre y su mundo social. Vale decir que el desarrollo del capitalismo y, con él, de una economía-mundo, generó una serie de antagonismos y conflictos sociales.

Esto dio origen al “problema social”, preocupación del siglo XIX, y a la sociología como disciplina autónoma.


Secularización y desacralización del mundo: ciencia, razón y sentido

El conocimiento científico de la nueva sociedad vino a desplazar el lugar de la fe religiosa en el conocimiento, liberando a la razón de la fe. El lugar que ocupaban los ritos, la religiosidad y la ideología de la comunidad en el mundo premoderno fue reemplazado por otros ideales: la fe en el progreso, la ciencia, el individualismo, la competitividad y el laicismo. A partir de la separación de la Iglesia del Estado, las creencias religiosas pasaban a la esfera privada del individuo para ser ejercidas con libertad.

Todo lo que proviniera del mundo feudal parecía ensombrecer las luces de la ciencia.

El Iluminismo expresa esta visión del mundo: había que desmitificar el mundo, liberarlo de la magia y del mito, a través de la razón. La superioridad del hombre residiría, a partir de entonces, en la razón como nuevo dios laico, y el saber que no conoce límites.

Con la caída del sistema feudal, pierden importancia los valores trascendentales, y se resquebrajan viejos hábitos y modos de vida.

Se trata de un proceso de desacralización, de desencantamiento (pérdida del halo sagrado presente en el mundo premoderno, fundado en la religiosidad). En el mundo moderno, lo que importa principalmente es acceder a saberes operativos, que son fundamentales en una sociedad industrial para alcanzar la eficiencia económica. Es en este contexto en que surge la sociología como producto teórico de los conflictos y avances de la modernidad y el nuevo sistema capitalista.

viernes, 4 de mayo de 2018

Pensar la sociedad

Pensar la sociedad



¿Qué es la sociedad? ¿Puede una sociedad pensar o reflexionar sobre sí misma? ¿EI hombre puede comprender su propia realidad social? ¿Qué te parece? ¿Actuamos libremente o estamos movidos por fuerzas sociales ajenas a nuestro control?

La construcción de una identidad ¿es el producto de es el resultado de la acción libre de los sujetos o es el producto de una imposición de la sociedad?

Algunos dicen que cada pueblo tiene el gobierno que se merece. ¿Por qué en toda sociedad hay un orden donde unos mandan y otros obedecen? ¿Vivimos actualmente en una sociedad mediática? ¿Crees que sólo podemos conocer la realidad a través de los medios de comunicación? ¿Qué es la globalización? ¿Cuáles son los mecanismos por los cuales la sociedad está cambiando? ¿Qué consecuencias pueden tener estos cambios para nosotros?
¿Qué es la sociología?

"¿Sabría que estoy preso en el mundo y que estoy situado en él, si verdaderamente estuviera preso y situado en él?" -Maurice Merleau-Ponty

La sociología es una disciplina difícil de aferrar a un único punto de vista. Más bien hay distintas tradiciones o teorías sociológicas. Aquí nos interesa dar cuenta del carácter pluralista y abierto de una disciplina en movimiento y en permanente elaboración.


¿Cuál es el objeto de la sociología?

La sociología se propone la comprensión del mundo social, que es construido cotidianamente por los hombres y mujeres, al mismo tiempo que ellos son influidos por él. Este mundo social no es de una vez y para siempre, sino que está en constante cambio. La realidad social es relacional: lo que existe son las relaciones, que no se distinguen a primera vista, a diferencia de los individuos o de los grupos.

La sociología se ocupa de la sociedad como sistema de relaciones sociales. En general, uno se acostumbra a pensar concretamente en los sujetos aislados, y no como productos de la sociedad en la que viven. Sin embargo, hasta nuestra manera de  pensar tiene una razón. Somos portadores de una historia y la fabricamos en nuestras relaciones sociales. ¿Cuál es la relación entre sujeto y sociedad? Pues bien, hagamos una doble lectura: la sociedad hace a los hombres tanto como los hombres hacen su propia historia, aunque no la hacen bajo condiciones elegidas por ellos. El sociólogo francés Pierre Bourdieu afirma que en el mundo social existen estructuras objetivas, independientes de la conciencia y de la voluntad de los sujetos, que son capaces de orientar o de coaccionar sus prácticas o sus representaciones.

Las personas suelen actuar sobre la base del "sentido común”, sus actos suponen una serie de valores que llevan incorporados y no perciben inmediatamente las consecuencias de sus acciones. Así, la mayoría de los actos sociales se encuentran desprovistos de su propia autorreflexión.

Por otra parte, los miembros de una sociedad tienen miradas muy diversas sobre la realidad, y sobre sus relaciones y nexos sociales. Vivimos en una sociedad cuyo funcionamiento total no comprendemos, pero cuyas consecuencias nos afectan. El mundo cambia. Las pautas de vida cambian. Todo sucede demasiado rápido. La sociología intenta comprender estos cambios.

La sociología: una ciencia perturbadora
“La sociología es una ciencia que incomoda porque, como toda ciencia devela cosas ocultas, y que en este caso, se trata de cosas que ciertos individuos o ciertos grupos sociales prefieren esconder o esconderse porque ellas perturban sus convicciones o sus intereses. La ciencia social, como toda ciencia, está construida contra el sentido común, contra las apariencias primeras.” –Pierre Bourdieu


¿Qué estudia la sociología?
Por Alain Touraine, Introducción a la sociología (1978)

“El sociólogo no observa la realidad social, sino unas prácticas sociales. Su situación no es distinta de la situación en que se encuentra un historiador cuando examina unos documentos. Entre el sociólogo y el objeto de su estudio, se interpone un conjunto de interpretaciones e intervenciones. Siempre sueña con unas situaciones salvajes en las que las relaciones sociales se presentarían al desnudo, sin hallarse recubiertas por unas formas institucionales o por la retórica de un discurso. Ama, por ejemplo, las ciudades en que la riqueza aparece junto a la miseria, sin perspectivas monumentales y sin restos del pasado que oculten la división de las clases sociales y los géneros de vida. Pero nunca puede abordar unas relaciones sociales que no están controladas, interpretadas y gobernadas.

Lo más fácil es criticar el discurso oficial que una sociedad ofrece acerca de sí misma. Algo más difícil es distanciarse suficientemente de las categorías por las que una sociedad presenta su experiencia y se sitúa con respecto a las demás. Todos nos acostumbramos a considerar como “normales” o como el producto de una larga evolución histórica las formas de nuestras ciudades, las decisiones administrativas y las formas de autoridad.

Hemos de volver, pues, a la obsesionante pregunta: ¿cuál es el objeto de la sociología? Respuesta: “las relaciones sociales”. La sociedad es una palabra tan vacía de sentido para el sociólogo como puede serlo la palabra “vida” para el biólogo. De ahí que, si el objeto de la sociología no es la sociedad, todavía lo es menos unos pedazos de sociedad: política, religión, familia, trabajo y todas las abstracciones de las que tiene necesidad la práctica social y cuyas representaciones multiplican las ideologías, pero que se limitan a copiar la organización social en lugar de explicarla. Las relaciones sociales, todas las relaciones sociales, por diferentes que sean unas de otras, porque el objeto de la sociología no es una cosa sino una operación: hacer que aparezcan las relaciones detrás de las situaciones.”

No hay postulados universales, sino construcciones históricas y sociales.

Las ideas sobre la familia, sobre la mujer y el hombre, sobre la democracia, son formas que cristalizaron en algún momento histórico porque ciertos actores y su discurso predominaron sobre otros. Estas ideas se convierten, para la sociología, en objeto de estudio. Cuestiona el supuesto conocimiento, el sentido común. El sociólogo tratará de no contaminar con sus valores la práctica de su conocimiento, pero no significa que los suprima. La ciencia se encuentra en medio de relaciones de poder y las prácticas de poder condicionan la producción científica. Como señala Wright Mills, no hay modo de que un investigador social pueda evitar hacer juicios de valor e implicarlos en el conjunto de su trabajo. El investigador social no se ve a sí mismo como un ser autónomo situado fuera de la sociedad.

Cuando nacen, las personas no eligen una particular forma de vida, sino que se insertan en una sociedad determinada, que las inducen a aceptar un modelo de comportamiento y que controla aspectos cruciales de su existencia cotidiana. El "deber ser" se trasmite institucionalmente en la vida social. El modelo de familia hoy es muy diferente al de, por ejemplo, cien años atrás. Que prevalezca un común denominador no significa que no existan ni hayan existido otros estilos de pensar, sentir y vivir.

Así, por ejemplo, en un momento histórico y cultural particular, hubo una propensión de la comunidad afroamericana a dedicarse al jazz, pero esto no es genético. No podemos aseverar que los afroamericanos estarían dotados "naturalmente" para hacer jazz. En la sociedad contemporánea, el mapa cultural es muy complejo; las identidades políticas, étnicas, religiosas, sexuales, se multiplican y transforman.

Cuando el mundo se transforma, empieza a quebrarse el pacto entre el mundo y los sujetos. Se pierde la sensación de seguridad que se tiene ante lo cotidiano y lo conocido.




Orígenes de la sociología

Hay muchas discusiones sobre el origen de la sociología. Su comienzo suele ubicarse en la primera mitad del siglo XIX. ¿Pero por qué en ese momento y no, por ejemplo, durante el Imperio Romano? Fundamentalmente por la amplitud de las transformaciones económicas y sociales surgidas en Europa y su expansión en el resto del mundo. La Revolución Francesa y la Revolución Industrial en Inglaterra, contribuyeron a romper los lazos sociales y de autoridad premodernos o precapitalistas, crearon una nueva sociedad, y toda una concepción de la vida y del hombre.

“Ciencia de la crisis”, la sociología es un auténtico producto del siglo XIX y del mundo convulsionado por las profundas modificaciones que provocó la industrialización. El nacimiento de una sociedad moderna, tras el resquebrajamiento del Antiguo Régimen y la sociedad feudal, produjo una gran preocupación en torno al cómo recuperar la estabilidad y el orden social. Surgen las naciones, los Estados centralizados, una nueva organización del poder y se expande el capitalismo. En sus orígenes la sociología aparece vinculada a una situación de crisis de la sociedad europea y sus fundadores, los franceses Saint-Simón y Augusto Comte, no sólo estaban interesados en explicar las dificultades, sino en diseñar un orden social estable.

La teoría social surge entonces con una pretensión científica: explicar los cambios sociales que se produjeron en la época de transición hacia la nueva sociedad industrial.