viernes, 18 de agosto de 2017

Movilidad Social 2003-2009

Nuevas tendencias ocupacionales en el período 2003-2009: significados de su impacto en el sistema de estratificación social y las pautas de movilidad



En vísperas del Bicentenario (2010), tras un intenso y sostenido período de crecimiento económico impulsado por un cambio de modelo de desarrollo económico-social (2003-2010), se produjeron transformaciones aceleradas en la estructura social argentina. Una de las dificultades para tratar de comprender la estructura social actual es que la misma no es fácil de descifrar en una “foto fija” porque combina las huellas de dos procesos sucesivos y netamente diferenciados:

1. Un proceso de carácter regresivo iniciado durante la dictadura (1976) y que perduró hasta la crisis de 2001, e implicó el aumento de la polarización social, la pauperización de algunos estratos de clase media y clase trabajadora consolidada y el crecimiento de un segmento marginal-precario en el interior de la clase trabajadora. El mismo significó no sólo un aumento de las desigualdades de ingresos, pautas de consumo y oportunidades de ascenso social en detrimento de las personas de origen social más bajo sino también un cambio en la subjetividad orientado a la naturalización de estas desigualdades.

2. Otro proceso de recomposición social, impulsado por un cambio de modelo del desarrollo económico, implicó una reversión de las tendencias socio-ocupacionales precedentes. Luego de la crisis económica del 2001- 2002, el Estado impulsó transformaciones en el modelo de desarrollo económico-social sosteniendo un tipo de cambio alto que favoreció la reactivación de las actividades vinculadas con el mercado interno, especialmente la industria.

La corriente de inmigración de países limítrofes hacia Argentina se mantuvo constante desde fines del siglo XIX a fines del siglo XX. En la década de 1970 aumenta su radicación definitiva en los grandes centros urbanos, en particular en el Área Metropolitana de Buenos Aires.

La devaluación de 2002 redujo muy fuertemente los costos laborales y aumentó la competitividad de la producción local, al tiempo que encareció las importaciones. En este marco, la sustitución de importaciones encontró, otra vez, un campo propicio para desarrollarse con rapidez. Esta orientación de la política macro-económica, sumada al precio alto de los productos exportables y, el crecimiento de las exportaciones de commodities y productos primarios semi-elaborados, impulsaron un crecimiento económico a tasas muy elevadas (alrededor del 9% entre 2003 y 2008) que impactaron sobre el mercado de trabajo revirtiendo las tendencias ocupacionales de los ‘90s.

El análisis de la evolución del empleo en el período 2003-2009 nos muestra el impacto favorable del cambio de modelo de desarrollo económico-social sobre el mercado de trabajo. La tasa de desocupación disminuyó progresivamente (pasando de 17,4% a 7,8% en el período) en un contexto de la expansión de la PEA. Se registró un aumento progresivo de los trabajadores registrados (con cobertura social) y la disminución del empleo precario. Los clasificados como “empleadores”, que pueden asimilarse a los propietarios de capital, aumentaron su número con un ritmo lento pero constante luego de la crisis de 2001-2002.

Al analizar la evolución de la mano de obra asalariada por rama de actividad en la etapa 2003-2008 se observa que el mayor crecimiento se dio en la Construcción (101,8%), seguida por los servicios financieros e inmobiliarios (52,7%), hoteles y restaurantes (50,3%), la industria manufacturera (35%), transportealmacenaje-comunicaciones (34,3%) y el comercio (33,4%). En todas las ramas se produjo un mayor crecimiento relativo del empleo registrado sobre el no registrado.

En cuanto a la distribución del ingreso, la masa salarial creció progresivamente en el período 2003-2009. En el 2003, el salario representaba el 34,3 por ciento del PBI, lo que implica que había caído 11% respecto de 1974. En 2008, alcanzó el 43,6 por ciento y en el 2009, a pesar de la crisis, llegó al 44,7 por ciento. En este punto, el cambio de orientación del Estado retomando algunas funciones de la política macro-económica de la ISI cumplió un papel importante. Entre ellas podemos destacar la regulación de precios (a través de subsidios al transporte y los servicios de luz, gas, agua) y su impacto en la transferencia de ingresos hacia segmentos de clase media y clase trabajadora, la protección del mercado interno y el papel de árbitro en la puja distributiva entre capital y trabajo reabriendo las negociaciones colectivas.

Por otra parte, otros indicadores basados en la distribución personal del ingreso (como el índice de Gini) muestran que el nivel de desigualdad disminuyó en el período 2003-2009. Sin embargo, el mismo, aún presenta un nivel alto, similar al de principios de la década de 1990, aunque con la diferencia que actualmente la tendencia va en dirección opuesta a la de aquel período. Esto sugiere que aún perduran los efectos de largo alcance del patrón distributivo que dejó como herencia la reestructuración social del neoliberalismo y que se requerirá un esfuerzo sostenido en el tiempo para mitigar esos efectos

Respecto del tamaño de los segmentos de clase y su capacidad económica, se puede conjeturar que crecieron y mejoraron su posición relativa en la estructura social amplias fracciones de las clases medias asalariadas, medianos y pequeños propietarios de capital y trabajadores cuenta propia. También lo hizo el segmento de clase trabajadora asalariado formal especialmente aquellos que se insertan en grandes empresas y están sindicalizados. Se trata de una recomposición parcial de la clase trabajadora consolidada. Sin embargo, un segmento importante de la clase trabajadora aún no ha podido salir de una situación de pobreza y precariedad laboral.

En relación a los canales de movilidad, en este período es muy probable que se haya mantenido la movilidad ascendente entre la clase media y media alta basada en la educación formal y empleos de alta calificación en el sector moderno de servicios altamente productivo y competitivo. Por su parte, los segmentos de clase media y media-baja conformados por docentes, empleados públicos, empleados de oficina de pequeñas y medianas empresas, mejoraron levemente su posición económica relativa en relación al período de crisis contribuyendo a abrir canales de ascenso para las personas de origen de clase trabajadora. El crecimiento económico y la expansión de ocupaciones asalariadas registradas, impulsó una movilidad estructural intra e inter generacional ascendente de corta distancia al interior de la clase trabajadora y la clase media. Fundamentalmente los que accedieron a un empleo estable y calificado en las grandes industrias: petroquímica, siderurgia, minería, automotrices y empresas de servicios. Para los trabajadores cuenta propia y asalariados no registrados, pertenecientes a los segmentos más bajos de la clase trabajadora, la salida de la crisis del 2001-2002 implicó una cierta mejora de sus ingresos.


La recuperación del trabajo, aunque sea precario, implicó efectos favorables en la organización y reproducción de la vida cotidiana. En esta línea, la Asignación Universal por Hijo, aplicada recientemente, va a mejorar su posición económica relativa, no obstante, para este segmento de clase todavía no se han abierto canales de movilidad ascendente efectiva. Actualmente, en las vísperas del Bicentenario, se abrió un debate acerca de profundizar el modelo económico-social incrementando la participación estatal en el desarrollo económico o retraer su papel interventor y abrir más espacio para el mercado y aplicar políticas de ajuste.

*Adapatado de: Dalle, Pablo (2010) "Estratificación social y movilidad en Argentina 1870-2010"

lunes, 14 de agosto de 2017

Movilidad Social 1976-2003

Cambios regresivos en el sistema de estratificación social y los canales de movilidad durante la apertura y liberalización de la economía



El sistema de estratificación social experimentó transformaciones sustantivas con la transición desde el modelo de desarrollo económico basado en la industrialización sustitutiva con fuerte participación estatal, hacia el modelo neoliberal de apertura económica, desregulación y privatizaciones iniciado durante la dictadura militar de 1976-1983 y consolidado en la década de 1990 con el menemismo. Esta transición hacia un modelo económico de corte neo-liberal fue parte de una reestructuración capitalista a escala mundial que se profundizó en la década de 1990, con la caída del bloque socialista y la globalización de la economía. En Argentina, estas políticas implicaron la transición de una economía industrial a otra financiera, agropecuaria y de servicios.

La reestructuración capitalista, la desarticulación de la estructura productiva industrial y el deterioro de las instituciones del Estado de Bienestar erosionaron las bases que estructuraban el sistema de estratificación abierto de la década de 1960 y principios de 1970. Una mirada de mediano plazo, permite observar las transformaciones regresivas de la estructura social en el período 1974-2001. Entre estos efectos regresivos se destacan el aumento de la desigualdad de ingresos, el crecimiento de la pobreza, la instalación de la desocupación como problema estructural del funcionamiento de la economía y el aumento de la precariedad laboral. Estos indicadores socio-ocupacionales muestran que la crisis de 1998-2002 no se trató de un fenómeno circunstancial sino de la fase final de una progresiva decadencia social de un país que desarticuló su estructura productiva y su entramado social.

En el período 1998-2001 en el que se registra la crisis final del modelo de apertura y liberalización de la economía se profundizaron tendencias que venían desarrollándose en el mediano plazo. La tasa de desempleo aumentó aceleradamente, el empleo asalariado no registrado incrementó en comparación al registrado, y el porcentaje de participación de los asalariados en la distribución del ingreso descendió abruptamente a 34% en 2002. Luego de la devaluación, la desocupación superó el 22% de la población económicamente activa y alrededor del 57% de la población quedó bajo la línea de pobreza. La apertura y desregulación de la economía produjeron la desaparición de gran parte de las pequeñas y medianas empresas manufactureras locales que habían crecido bajo la protección del mercado interno; cuando se liberaron las importaciones de bienes de consumo final e intermedios no pudieron soportar la competencia externa.

Con ello, disminuyó la mano de obra en el sector industrial. Asimismo, la privatización de las empresas de servicios públicos y las industrias básicas de hierro, acero, petróleo y petroquímicos tuvo el mismo efecto de contracción de la mano de obra asalariada. En este contexto de des-asalarización, aumentó el empleo por cuenta propia, el trabajo asalariado precario y la desocupación tanto en los estratos de clase media como en la clase obrera, aumentando el estrato de tipo marginal-precario. En contraste, en la cima de la estructura ocupacional la reconversión económica generó la expansión de un núcleo moderno de empresas de servicios e industriales de alto desarrollo tecnológico que produjeron el crecimiento de ocupaciones gerenciales y profesionales de alta calificación.

Esta polarización implicó el aumento de la desigualdad de ingresos entre los sectores de clase media-alta que resultaron “ganadores” de la reconversión capitalista neo-liberal y los sectores medios que se empobrecieron tras perder el empleo estable, la condición salarial, o su pequeño comercio o taller. El proceso de des-industrialización y reducción del estado desestructuró a la clase obrera consolidada lo que generó la expansión de un estrato marginal-precario: changarines, vendedores ambulantes, feriantes, artesanos sin talleres, limpiavidrios, cartoneros, etc.

En el periodo 1976-2001 disminuyó la movilidad social intergeneracional ascendente de larga distancia desde la clase trabajadora a la clase media característica de mediados del siglo XX. Dentro de la clase trabajadora se redujo la movilidad social ascendente de corta distancia rural-urbana, que implicaba el paso de peones rurales a trabajadores fabriles asalariados. La reducción estructural de ocupaciones de clase trabajadora calificada hizo que disminuyera este canal de herencia de clase de padres a hijos.

La pérdida intergeneracional del oficio manual fabril estuvo acompañada de una precarización laboral, sobretodo en las generaciones más jóvenes. El pasaje que implicó la desasalarización hacia ocupaciones tipo changas implicó una movilidad descendente.

En la parte inferior del sistema de estratificación social aumentó la inmovilidad en el segmento de clase trabajadora no calificada, a través de la reproducción intergeneracional en ocupaciones precarias, condiciones de pobreza y áreas urbanas segregadas. Estos sectores conforman un estrato marginado dentro de la clase trabajadora que se caracteriza por dos o más generaciones de personas que no pudieron acceder a oportunidades efectivas de movilidad social ascendente.

Por otra parte, la expansión de ocupaciones de servicios de alta calificación abrió canales de ascenso intergeneracional desde posiciones intermedias de la estructura social. Se conformó así un segmento de clase media-alta ligado a corporaciones financieras y empresas de servicios multinacionales con altos salarios y un estilo de vida lujoso.

Como contraparte, un sector considerable de las clases medias asalariadas conformado por empleados y cuadros técnicos de la administración y empresas estatales privatizadas transitaron trayectorias descendentes hacia ocupaciones de servicios de rutina (empleados de comercio) con un alto nivel de precariedad laboral, y hacia micro-emprendimientos de escasa productividad, como las emblemáticas remiserías o parripollos.

Los cambios descriptos se produjeron en un contexto de creciente expansión de la oferta educativa tanto en el nivel medio como superior en el que se destaca un notable desarrollo de la educación terciaria. En términos generales, aumentó el nivel educativo requerido por los distintos grupos ocupacionales, lo que condujo a un proceso de devaluación de los títulos, que exige movilizar cada vez más credenciales educativas para lograr una movilidad social ascendente y/o mantenerse en el estrato de clase de origen. La educación cumple un papel central en la apertura del sistema de estratificación social y la igualdad de oportunidades. En la medida en que el origen social condiciona el nivel educativo alcanzado, mantiene la desigualdad de oportunidades entre personas de origen de clase media y de clase trabajadora. El deterioro de la educación pública en los niveles primario y secundario, por políticas públicas que favorecieron la cobertura pero descuidaron la retención y la calidad, contribuyó a aumentar la desigualdad de oportunidades entre los hijos de padres de clase trabajadora y los hijos de padres de clase media.

En los nacidos entre 1960 y 1980, hijos de padres obreros calificados y semi/no calificados se observa una mayor inclinación hacia carreras terciarias más cortas que habilitan una movilidad social de menor distancia que la universitaria. Las fronteras de clase se fueron cerrando progresivamente, especialmente para los movimientos de larga distancia desde la clase trabajadora hacia la clase media. Predominó la movilidad de corta distancia en el interior de la clase media y la clase trabajadora.


En relación con la composición étnica de la estructura social de las ciudades de la Pampa Húmeda, se advierte un proceso de cambio, lento pero continuo a través del ingreso de personas de ascendencia mestiza (criollos e inmigrantes de países latinoamericanos) en las clases medias. Varios factores contribuyen a ello: el fin de la inmigración europea hace más de medio siglo, la exogamia entre personas de distinto origen étnico y la continuidad del flujo inmigratorio de países latinoamericanos. Si bien los migrantes internos y de países limítrofes ingresan por los estratos inferiores del sistema paulatinamente van ascendiendo, no sin enfrentar barreras socioculturales impuestas por una sociedad que se pensó a sí misma durante un tiempo largo de su historia como europea. La discriminación -que se reaviva sobre todo en momentos de crisis económica y social- cumple un papel central en la legitimación de las desigualdades, trazando límites de clase sobre prejuicios étnicos funcionando en ocasiones como estrategia de cierre social excluyente. Sin embargo, estas barreras socio-culturales son más tenues y permeables que en otras sociedades latinoamericanas. Con todo, la integración socio-cultural plena de los criollos e inmigrantes latinoamericanos de ascendencia mestiza y principalmente las comunidades indígenas es una cuestión pendiente y un desafío para el siglo XXI.

Movilidad Social 1930-1976

Expansión de las clases medias y formación de una clase obrera consolidada durante la Industrialización Sustitutiva de Importaciones



En el período 1930-1970, se produjeron cambios considerables en la estructura social que afectaron las pautas de movilidad social intra e intergeneracional, vinculados con dos fenómenos decisivos: la industrialización por sustitución de importaciones y las migraciones internas. La crisis del treinta produjo la caída del precio de las materias primas y con ello de la disponibilidad de divisas que aportaba el sector agro-exportador, redujo la capacidad importadora e incentivó el desarrollo de políticas públicas de estímulo a la producción industrial local. La industrialización por sustitución de importaciones (ISI) tuvo lugar en el período 1930-1976, durante el cual es posible reconocer distintas etapas.

El peronismo (1943-1955) le otorgó al proyecto de desarrollo industrial un carácter social distinto, al impulsar la industria de bienes de consumo masivo mediante la expansión del mercado interno basada en una activa política estatal de redistribución del ingreso hacia los asalariados, la inversión pública directa en industrias y servicios, y una política de créditos subsidiados a los pequeños y medianos empresarios locales. A partir de la segunda mitad de la década de 1950 y hasta mediados de 1970, se profundizó la sustitución de importaciones de insumos y bienes de capital, así como la de bienes de consumo durables a través del impulso de la inversión extranjera y estatal. Esto implicó cambios en la estructura de distribución del ingreso que favorecieron a segmentos asalariados de las clases medias. El desarrollo industrial impulsó un movimiento migratorio interno de gran intensidad hacia los centros urbanos de la región pampeana (Buenos Aires, Rosario y Córdoba) desde regiones periféricas rurales que habían quedado al margen del desarrollo agro-exportador.

Desde el punto de vista socio-cultural, las migraciones internas pusieron en contacto a la población criolla (de ascendencia mestiza) con la población de ascendencia europea ya establecida en las ciudades, generando cambios en la estructura social. La formación de una nueva clase obrera de origen mestizo coexistió en un principio junto a las capas viejas del proletariado urbano constituidas por inmigrantes europeos y sus descendientes y luego paulatinamente ambos grupos se fueron mezclando e integrando culturalmente. A diferencia de la inmigración europea de 1860-1930, que había contribuido a la formación de las clases medias, los migrantes internos se incorporaron a los segmentos de clase inferiores del sistema de estratificación, provocando un efecto de “empuje” ascendente hacia posiciones de clase media a los residentes urbanos de origen inmigrante europeo.

Entre 1930-1960 se mantuvo la línea de movilidad que va desde la clase obrera a la clase media pero no ya como movilidad intra-generacional de los inmigrantes europeos sino de la de sus hijos, como una movilidad inter-generacional. La industrialización por sustitución de importaciones abrió canales de movilidad intra e intergeneracional en la estructura social. En primer lugar, produjo una expansión de la fuerza de trabajo asalariada manual, que condujo a la creación de una clase trabajadora consolidada, con acceso a amplios derechos sociales. La mayoría de los migrantes internos eran, en sus lugares de origen, trabajadores no calificados o semi-calificados (muchos de ellos de origen rural), por lo que su incorporación a las ciudades y la inserción en la industria como fuerza de trabajo asalariada implicó una movilidad social intra-generacional. En la experiencia de los migrantes, la llegada a la ciudad significó un mejoramiento sustantivo de su calidad de vida.

El peronismo tuvo un papel muy importante en la formación de la clase trabajadora consolidada por varios factores. Amplió las bases de ciudadanía de los trabajadores  manuales asalariados, otorgándoles derechos sociales y capacidades económicas para hacer efectivos sus derechos civiles. El Estado contribuyó a organizar una estructura sindical fuerte para materializar las reivindicaciones sociales y económicas de los trabajadores. Sin embargo, el movimiento sindical no se subordinó pasivamente al Estado, puesto que tenía capacidad de movilización propia para alcanzar sus intereses de clase. Como resultado, la clase trabajadora mejoró sustancialmente su posición relativa en la estructura social aumentando la porción del salario de los obreros fabriles en la distribución del ingreso. Se trató de un proceso de movilidad ascendente, en este caso, apoyada en la acción colectiva.

Asimismo, el peronismo tuvo un significado de reivindicación simbólica de la clase trabajadora dotando de dignidad, orgullo y respeto a los trabajadores en las interacciones cotidianas en la fábrica y en los barrios. De allí el carácter “herético” del peronismo: trastocar los límites simbólicos de desigualdad de clases, afectando los estatus y jerarquías del momento.

Esta reivindicación simbólica tuvo cierto matiz étnico, ya que los nuevos obreros migrantes internos de origen criollo eran discriminados (a través de términos como “cabecitas negras”, “pardos”, “la negrada de Perón”, etc.) por algunos sectores de clase media de origen europeo que ya habían experimentado un proceso de movilidad social ascendente. En relación con las clases medias, la industrialización y la continuidad del proceso de urbanización posibilitaron su crecimiento acelerado: en el período intercensal 1914-1947 crecieron tanto los sectores asalariados como los medianos y pequeños propietarios de la industria, el comercio y el sector agropecuario.

La expansión de la matrícula educativa en el nivel medio y universitario acompañó este proceso, proporcionando las calificaciones necesarias para el trabajo no manual que implicaban mayores remuneraciones y un mayor prestigio ocupacional, transformándose de este modo en un canal de movilidad social ascendente frecuente y efectivo. En este contexto, los hijos de obreros calificados (de origen europeo principalmente) que ya residían en las ciudades ascendieron a las clases medias principalmente a través de dos canales: la educación universitaria y la incorporación como empleados técnicos, profesionales y administrativos. La industrialización y el desarrollo económico hasta entrada la década de 1960, impulsaban hacia arriba a los trabajadores rurales transformándolos en obreros y a éstos en empleados administrativos, técnicos o profesionales, en el transcurso de una o dos generaciones.

La profundización de la sustitución de importaciones durante la era desarrollista (1958-1976), orientada a la producción de bienes de consumo durables e insumos intermedios (petroquímicos, siderúrgicos, etc.) tuvo un carácter más concentrado y centralizado de acumulación de capital y un impacto diferente en el empleo y en la estructura ocupacional. Por un lado, se expandieron ocupaciones de clase media de alta calificación (profesionales, técnicos y cuadros administrativos) y por el otro, disminuyeron los pequeños y medianos empresarios industriales y los obreros asalariados empleados en los mismos.

En la clase media urbana, se compensaron la desaparición de medianos y pequeños industriales con el aumento de pequeños propietarios del comercio y los empleados altamente calificados del sector servicios (profesionales y técnicos). En la clase obrera, la industria manufacturera dejó de constituir un canal de incorporación para los trabajadores migrantes internos y de países limítrofes en gran medida de origen rural, con la excepción del sector de la construcción y los servicios.

Hacia 1970, en comparación con otros países de América Latina, en Argentina el subempleo y el “sector informal” eran comparativamente pequeños. La industrialización por sustitución de importaciones contribuyó a la conformación de una estructura social abierta e integrada, que hacia 1960-1970 se distinguía del resto de Latinoamérica por las oportunidades de ascenso social que había brindado a las personas de origen de clase popular y por la amplitud de las clases medias y una clase trabajadora fabril con una posición económica consolidada, sustentada en niveles salariales altos y acceso a derechos sociales comparativamente altos.

Este conjunto de condiciones y un contexto de cuasi-pleno empleo posibilitaron que la clase obrera alcanzara niveles de consumo y horizontes de expectativas cercanos a los de las clases medias. El poder económico de la clase obrera se basaba en su organización sindical fuerte y efectiva que le proporcionaba capacidad de resistencia a las políticas contrarias a sus intereses de clase. Argentina tenía un perfil más equitativo de la distribución de ingresos en relación con otros países de América Latina. El Estado desempeñó un rol importante en la conformación de aquella estructura social. En primer lugar, impulsó la expansión de la educación pública y el empleo en la administración estatal, mecanismos de ascenso social que acompañaron el crecimiento económico del país. Esto fue acompañado por medidas de regulación de precios y protección del mercado interno que contribuyeron a una redistribución del ingreso hacia la clase trabajadora, junto al desarrollo de una extensa red de protección social.


Asimismo, la política de créditos favoreció el desarrollo de una pequeña y mediana burguesía industrial y comercial ligada al mercado interno. Las políticas de equidad e igualdad de oportunidades junto a la extensión de los canales de movilidad social se articularon y contribuyeron a conformar una estructura social abierta e integrada. La estructura de clases de 1960-1970 presentaba una amplia zona media constituida por clases medias y una clase trabajadora consolidada. Arriba, se ubicaba una clase capitalista y dirigente reducida como en las mayorías de las sociedades capitalistas avanzadas; y en el extremo inferior, un segmento de clase trabajadora marginal que en adelante comenzaría a aumentar.  Un rasgo distintivo de aquella sociedad era la permeabilidad de los distintos estratos de clase que permitían una alta fluidez social principalmente de abajo hacia arriba, de allí su carácter de “abierta".

*Adapatado de: Dalle, Pablo (2010) "Estratificación social y movilidad en Argentina 1870-2010"

miércoles, 2 de agosto de 2017

Conceptos Clave Parcial 11/8



-Marx: Acumulación Originaria:
Acumulación originaria como origen del orden capitalista
Quiebra de campesinos y cercamiento
Acumulación de dinero
La proletarización y los desposeídos como condición de consolidación del capitalismo

-Weber: Clases Estamentos y Partidos:
Poder
Acción social
Situación de clase y auténtica comunidad de clase
Diferencia entre el pensamiento de Weber y el de Marx sobre desigualdades
Estamentos
Partidos

Bourdieu: Capitales y el Espacio Social:
Capitales
Capital económico
Capital social
Capital cultural incorporado, objetivado e institucionalizado
El Espacio Social, cómo y qué podemos ubicar en él

-Bourdieu: Título Escolar y Posición Social:
Inflación académica y devaluación de títulos
La desilusión de la educación y el efecto fila