domingo, 30 de julio de 2017

Svampa: Countries (1997)

Maristella Svampa - “Clases Medias, Cuestión Social y Nuevos Marcos de Sociabilidad” (extractos)



Durante nuestra investigación realizamos numerosas visitas a urbanizaciones privadas. El relato de tres de ellas puede servirnos para ilustrar una suerte de tipología.

En el primer caso, se trata de un country de la zona norte, con veinticinco años de antigüedad, ubicado a unos 37 km de la Capital, en Escobar. Hasta hace poco tiempo, fue un country de clase media alta, pero la acelerada evolución que sufrió en los últimos diez años terminó por modificar su conformación social interna, hoy en día, menos homogénea. Las viviendas antiguas son de tamaño mediano, dispuestas en bloques, muy pegadas, apenas separadas por una calle estrecha, tal como podemos encontrar en un barrio porteño como Villa del Parque. Hay nuevas viviendas, de mayor envergadura, pero nada ostentosas. Sin embargo, en los terrenos recientemente adquiridos, frente al ondulado green de la cancha de golf, comenzaron a erigirse algunas mansiones al mejor estilo “Hollywood”. La pareja que visitamos estaba conformada por una exitosa bioquímica que trabaja en el sector privado y un empresario nacional en bancarrota.

En el segundo caso, se trata de un Barrio Privado típico. Allí el contacto era con un arquitecto de unos 30 años, quien, además de construir barrios privados en la zona norte, acababa de mudarse, junto con su esposa analista de sistemas, a uno de ellos, con buen acceso a la Panamericana, cerca de Maschwitz. Por toda respuesta, él nos invitó a andar en bicicleta, no sin antes agregar que no nos preocupáramos por nuestras pertenencias y que no era necesario cerrar con llave el auto. Recorrimos el barrio en dos ruedas, mientras el arquitecto nos aconsejaba respirar el aire sano del campo. Al pasar, hizo alusión a los “mediocres clasemedieros” que reproducían, casa tras casa, un masificado estilo californiano. La suya era una de las pocas excepciones en el barrio y reflejaba con orgullo su estetizada visión de la vida. Finalmente salimos del pequeños barrio privado y cruzamos la ruta para entrar a otro barrio privado, de mayores dimensiones, cuya visión, si bien no tenía nada de deslumbrante, contrastaba con la austeridad del paisaje que acabábamos de dejar. El arquitecto explicó el porqué de la visita: no era infrecuente que una empresa madre construyera barrios privados hermanados, pero socialmente diferenciados; un “hermano menor”, algo modesto, destinado a una clase media ajustada, con sistema housing , y un “hermano mayor”, ostentoso, para la clase media alta, con clubhouse y alguna infraestructura deportiva.

En nuestra tercera incursión nos aprestamos a trasponer el umbral de uno de los countries más exclusivos de la era menemista, ubicado en el partido de Malvinas Argentinas, a una distancia de 32 Km. de la capital. Aquí también tuvimos, como en el primer caso, una impresión de “deja vu”, sólo que esta vez la referencia fueron exclusivamente del lado de las lujosas mansiones de Bervely Hills, que tanto exhiben los telefilmes norteamericanos. El country tiene diez años de antigüedad y es exclusivamente para residentes permanentes. Las viviendas son fastuosas y los lotes amplios, de dos mil metros, de diferentes estilos, con verdaderos detalles de lujo. En realidad, no sabemos si lo que nos impresionó primero fue la elocuencia de la riqueza o sobre todo su homogeneidad. Entre la variada infraestructura deportiva de uso común, se destaca la hípica. Cuenta además con dos clubhouses , uno de los cuales era el casco de estancia de una conocida familia patricia. El country ostenta un atractivo adicional, el de poseer unos de los colegios bilingües más respetados entre la elite del país. En fin, estábamos a punto de pisar una lujosa residencia de estilo francés: allí nos recibiría una mujer de menos de 40 años, analista de sistemas, que trabaja en una empresa familiar.

En el primer caso, que podemos denominar Tipo I, nos encontramos ante un “country antiguo”. O más simple, un club de campo, originariamente concebido como “segunda residencia” y dotados de una intensa vida social interna así como una diversificada actividad deportiva intercountries. Claro que los hay de variado tipo, desde los countries selectos y elitistas, venidos a menos, algunos con un pasado marcadamente antisemita, hasta los pretenciosos countries de clase media. Pero todos ellos, hoy en día, tienen una problemática común, la que no sin provocación denominaremos como un proceso de trasvasamiento generacional y social, a partir del desplazamiento de los countriestas de fin de semana por residentes permanentes, quienes ya constituyen el 50% de la población. En líneas generales, los nuevos residentes, liderados por los matrimonios jóvenes, conciben el estilo de vida de modo más pragmático y menos ostentoso que sus predecesores. Todos ellos consideran que el country debe actualizar sus servicios en función de los nuevos ocupantes, ajustándose tanto a sus demandas como a sus pautas de consumo. Por último, señalemos que el proceso es acompañado por cambios importantes en la conformación social interna, especialmente en countries de clase media alta, literalmente invadidos por matrimonios jóvenes de la clase media de servicios, con menor poder adquisitivo que los anteriores ocupantes. Más aún, el proceso de masificación producido en los últimos años evidencia, en algunos casos, una suerte de conflicto entre las estrategias de marketing escogidas y las estrategias de distinción conservadas. Pero, por lo general, con raras excepciones, la transición registra un esfuerzo de adaptación al nuevo perfil social y generacional del residente.

En el segundo caso, el Tipo II, nos encontramos con la oferta más difundida en la actualidad: los Barrios privados. Los hay de dos tipos, por un lado, aquellos que están en el centro de la expansión inmobiliaria, que son los barrios de pequeñas dimensiones, destinados a una clase media típica, cuyo valor clave reside en la seguridad; por otro lado, están aquellos destinados a clases medias altas (muy minoritarias, pues éstas prefieren los countries, que presentan una buena calidad paisajística y alguna infraestructura de servicios.
  
Por último, en el tercer caso o Tipo III, se encuentran los countries recientes, exclusivamente destinados a la clase alta y media alta y compuestos en su mayor parte por residentes permanentes. Aquí, la población es más homogénea desde el punto de vista social que en los countries antiguos. Algunos poseen suficientes marcas de estatus y atraen por ello a countriestas de alto nivel socioeconómico, que no han soportado la masificación de los antiguos countries de los cuales proceden. Pese a que esta tipología es la menos representada en términos absolutos, a la hora del análisis resulta particularmente interesante concebirla como una especie de laboratorio, que refleja en estado puro gran parte de las situaciones típicas que atraviesan la mayoría de las urbanizaciones privadas. En efecto, es aquí donde aparece con contundencia la figura de la comunidad cercada y autocentrada, con escasas relaciones de sociabilidad con el mundo exterior. Entre los residentes hay un núcleo tradicional de apellidos patricios; pero también hay muchos matrimonios de altos funcionarios o profesionales que viajan diariamente a la capital. Cuando es el caso, la existencia de un colegio al interior del predio, termina por fijar en el country verdaderas características de ghetto, hecho reforzado por el contraste que este espacio amurallado ofrece con el entorno, jalonado de villas miserias y barrios policlasistas venidos a menos. Así, para hacer frente a un entorno miserable y la mayor parte de las veces, hostil, y continuando con una tradición que proviene de los antiguos clubes de campo, cada country tiene su comisión dedicada a las actividades de beneficencia, a partir del cobro de una cuota mensual que se incluye en los gastos comunes, junto con las expensas. Aquí los problemas de socialización se expresan también en estado puro. Al vandalismo adolescente, que es un problema más que trivial para los countries antiguos, ha sido complementado por la aparición del vandalismo infantil, como es el caso del country que describimos más arriba. Así, durante 1999, en apenas un mes, se registraron doce actos vandálicos, llevados a cabo por niños entre 9 y 12 años, que irrumpieron en viviendas en construcción o apenas terminadas, realizando importantes destrozos. No son pocos los que reflexionan acerca de las consecuencias de una “cultura de la opulencia” (son chicos “que se aburren” porque lo tienen todo) y/o de modelos familiares en crisis (padres “abandónicos” que “largan” a sus hijos al country, o familias desestructuradas por los divorcios).


Weber: Clases, Estamentos y Partidos

Max Weber
Clases, Estamentos y Partidos (1922)


La desigualdad en una sociedad se explica por una inequitativa distribución del poder. Por “poder” entendemos la probabilidad que tiene un hombre o una agrupación de hombres de imponer su voluntad, contra cualquier resistencia y cualquiera sea el fundamento de esa resistencia.

La propuesta de Weber es que laS fuenteS de poder de un hombre o un grupo de hombres se relacionan con la pertenencia a clases, estamentos y partidos. Weber intenta apartarse de las visiones totalizantes como el marxismo de tipo economicista, buscando fuentes del poder no determinadas necesariamente por estructuras de clase, sino también por los otros procesos asociativos (castas, estamentos, modos de vida, partidos políticos).

Max Weber desarrolla una teoría donde el criterio de clase corresponde a la situación de los actores en el mercado. Una situación de clase es un grupo de personas que están situados de similar manera frente al mercado, que ofrecen lo mismo al mercado. Hay situaciones de clase positivamente privilegiadas, como los empresarios de la noche, los productores sojeros o los inversores financieros, cuya posición en el mercado los pone en ventaja respecto a otros grupos. Y hay situaciones de clase negativamente privilegiadas, como los cartoneros o la clase trabajadora, que no tienen para ofrecer al mercado más que su propia fuerza de trabajo, y eso los pone en desventaja. La posesión y la no posesión son las categorías fundamentales de todas las situaciones de clase. Siempre el concepto de clase remite a las probabilidades que se tienen en el mercado. En este sentido, el concepto de “situación de clase” de Weber, y el de “clase” de Marx son muy similares: ambos son categorías económicas.

“Situación de clase” y auténtica comunidad de “clase” no siempre son lo mismo. Para constituirse en una auténtica comunidad, un grupo de hombres que compartan una situación frente al mercado debe llevar adelante una “acción social”, es decir, una acción deliberada y consciente que se oriente por la acción de otro autor.

Un caso de acción social de clase fue el lock out patronal agropecuario contra la Resolución 125, más conocido como “paro del campo”. Los productores agropecuarios constituyen una verdadera comunidad al realizar una acción social, en este caso, cien días de cortes de ruta y desabastecimiento para que un gobierno de marcha atrás con una iniciativa impositiva. Los cartoneros constituyen una situación de clase, pero no una comunidad, puesto que no llevan adelante acciones sociales como conjunto: no hay paro de cartoneros, ni se constituyen en sindicatos o grupos de presión que tengan relevancia.

Pero a su vez existe una distribución desigual de poder que Max Weber identificó con el prestigio y el honor social, la tradición y el modo de vida. Un grupo de personas que se distinga de los demás por su reconocimiento social, prestigio y honor -en definitiva, por su status- es un “estamento”. Esta forma de poder no operaría en el ámbito económico. Weber escribe que el mercado no repara en el individuo, solo en la cosa. Es decir, una persona puede convertirse en empresario de la noche de un día para el otro si compra un boliche. Pero no puede convertirse en noble, samurái, caballero o sacerdote inmediatamente, pues la pertenencia a estos grupos implica condiciones personales o cierta tradición. Esta es una forma de diferenciación distinta a las clases, ya que los estamentos implican principios valorativos y un sentido de pertenencia por parte de sus miembros.

El estamento se relaciona con el modo de vida. Weber menciona una reunión a la que sólo son invitados los residentes de cierta calle, las distinguidas familias. Menciona también a los descendientes de Pocahontas, los padres peregrinos y diversos círculos.

El poder social que se expresa en el prestigio y el honor no operaría en el ámbito económico, sino más bien en una dimensión social. Las sociedades en las que los estamentos fueron la forma predominante de división fueron la europea medieval y otras como el Japón feudal o la India tradicional. Pero en las sociedades modernas aun quedarían elementos relacionados con el honor estamental de las sociedades tradicionales, un prestigio asociado a determinados modos de vida que son característicos de algunas comunidades como los antes mencionados grupos estamentales. Ejemplos de estamentos modernos podrían ser los jueces, el clero, los excombatientes de Malvinas, los presos, etc.

En ese sentido, clase vendría siendo solo un tipo de división. Weber critica la visión marxista en relación al concepto de clase social, donde esta sería solo en efecto de las contradicciones económicas.

Este honor puede también corresponder a una situación de clase, y la posesión de bienes puede tener importancia. Es decir, sería muy raro que un juez anduviera levantando cartones.

Cuando el estamento está reglado y está establemente arraigado en el orden social, se convierte en una casta, la que puede incluir una garantía ritual que prohíba el contacto físico con alguna de éstas. La sociedad de castas más famosa es la India tradicional: las castas eran grupos cristalizados y heredados de los que se podía salir. Menciona también a los pueblos parias, estamentos negativamente priviliegiados que conservan una creencia en la comunidad étnica viviendo en la diáspora.

El orden estamental significa lo inverso al orden de mercado: una organización de acuerdo con el honor y un modo de vida según normas estamentales. Tal orden resulta, pues, amenazado cuando la mera adquisición económica y el poder puramente económico pueden otorgar poder. Por eso los miembros de toda organización estamental reaccionan con actitud contra las pretensiones del mero lucro económico. Esto puede obstaculizar la evolución del mercado, como es el problema de la tierra heredada, los bienes sacerdotales y la clientela de un gremio. El honor estamental suele rechazar el regateo y la búsqueda constante de más ganancia, considerándolos vicios de “nuevo rico”.

Así como una “situación de clase” no implica necesariamente una auténtica comunidad de clase a menos que lleve adelante una acción social, una “situación estamental” no implica necesariamente una auténtica comunidad estamental si no lleva adelante una acción social estamental. Algunos ejemplos de acción social estamental podrían ser las marchas de estudiantes o las movilizaciones de excombatientes.

Por otra parte, los partidos se mueven principalmente dentro de la esfera del poder. Su acción está encaminada al poder social, es decir, tiende a ejercer una influencia sobre una acción comunitaria. A diferencia de la acción comunitaria ejercida por las clases y estamentos, la de los partidos va siempre dirigida a un fin metódicamente establecido. Sólo pueden existir partidos en comunidades que tienen un aparato político. La finalidad de los partidos consiste en influir sobre ese aparato y componerlo de partidarios. En algún caso pueden representar intereses clasistas o estamentales, pero no siempre. Sus medios para alcanzar el poder pueden ser diversos, legales e ilegales, y no son un fenómeno exclusivo de la modernidad. Es una organización que lucha por el dominio y suele estar organizada de manera verticalista.

Por último, clases, estamentos y partidos han traspasado las fronteras de los países. Por ejemplo, los buitres financieros, que son una clase, actúan igualmente en cualquier país. El clero católico en Andorra, Rumania o Canadá, como estamento, tiene una existencia social prácticamente igual. Los partidos comunistas del siglo XX se organizaron de manera idéntica en todos los países, así como otros movimientos partidarios transnacionales, como el socialismo árabe.

domingo, 9 de julio de 2017

Pierre Bourdieu, capitales y el espacio social

Pierre Bourdieu, capitales y el espacio social

Bourdieu habla de capital para referirse a todo aquello que pueda entrar en las "apuestas" de los actores sociales, un "instrumento de apropiación de las oportunidades" o toda "energía social" susceptible de producir efectos en la competencia social.
El capital, en definitiva, para Bourdieu se puede entender como cualquier tipo de recurso capaz de producir efectos sociales. Esto no implica solamente el capital material (el trabajo cosificado en objetos materiales, representable en dinero), sino que considera como capital también a todo aquello que pueda valorizarse. Todo puede valorizarse en la medida que haya alguien dispuesto a valorarlo, a apreciarlo, a reconocerlo.

Espacio Social 

El volumen (total) de capital

Es la cantidad total de capital, como recursos utilizables. Es el eje vertical del espacio social, y se puede hablar de distintas clases sociales en función de la cantidad total de capital de que disponen y de su composición. A grandes rasgos, la suma de capital económico más capital cultural.
La estructura o composición del capital
El capital puede presentarse en distintas formas: capital económico, cultural y social, siendo la combinación entre ellas su estructura o composición. Es el eje horizontal del espacio social. Excepto el capital económico, las formas de capital están fuera del mercado puramente económico: por lo general, no pueden venderse ni transferirse directamente.
Pero tanto el capital cultural como el social pueden buscarse por los beneficios monetarios que reportan (estrategia más frecuente), aún a costa de cierta devaluación. Ejemplos de esto podrían ser: "sólo estudian en la universidad para encontrar trabajo y ganar dinero", "sólo tiene amigos por el interés". Veamos a continuación con más detalle las formas económica, cultural y social del capital.
1- El capital económico es el reconocido socialmente como capital, es decir, como medio para ejercer el poder sobre recursos o personas (apropiación de bienes y servicios) claramente objetivado y representable en dinero.
La objetivación y el reconocimiento universal facilitan su conversión en otras formas de capital luego de cierto tiempo. Ejemplo clásico de esto es la conversión de capital económico en capital cultural al ir a una universidad privada. O la conversión de capital económico en capital social haciendo los regalos indicados a las personas indicadas. Para esto es necesario contar con tiempo que no esté sujeto a la necesidad económica, tiempo libre, tiempo de no trabajo.
El capital económico se expresa a través del equivalente dinero, símbolo establecido para su representación.
2- El capital cultural puede presentarse en tres formas: incorporado a las disposiciones mentales y corporales, objetivado en forma de bienes culturales, y por último, institucionalizado, al estar reconocido por las instituciones políticas, como ocurre con los títulos académicos. Cuanto más objetivada esté la forma del capital, más fácil es su conversión en capital económico.
2A- El capital cultural incorporado es el más intransferible, está "hecho carne", es el saber, la forma de hablar, de andar, de saber hacer uso de las modas para siempre resultar elegante, distinguido..., el saber comportarse en las más variadas situaciones, y todo de forma no deliberada, no consciente, para no resultar pedante, pretencioso, hortera o cursi (por señalar algunos resultados de su búsqueda calculada). Por tanto, es una forma de capital sujeta a los límites del cuerpo físico de su poseedor, que no puede circular, es decir, no puede venderse.
2B- El capital cultural objetivado, no está formado sólo por los bienes culturales, propiamente dichos, que podrían estar almacenados en las cajas de seguridad de un banco (como hacen algunas empresas de inversión), y que por tanto serían puro capital económico. Consiste en disponer de los "medios de consumo" de esos objetos culturales, de las disposiciones y conocimientos que permitan apreciarlos de forma legítima. Ejemplos de esto son el piano en la casa, los cuadros, los viajes a Europa y las visitas a museos.
2C- Por último, el capital cultural institucionalizado se asemeja a un título de una propiedad intransferible, pues certifica un valor homogéneo para todos los que lo poseen. Títulos escolares, universitarios, terciarios y certificados personales. Es posible su conversión en capital económico, como ocurre en la relación entre titulación académica y las escalas de funcionarios. No tiene por qué reflejar el conocimiento real, sólo lo certifica, lo pone en una cartulina con un sello y un par de firmas. Ejemplo de lo dicho es la charla en la que el expresidente argentino y abogado Adolfo Rodríguez Saa escribió “petrolio” y “ferrocariles”.
3- En cuanto al capital social, siguiendo el mismo texto de Bourdieu, la suma de recursos efectivos o potenciales de que se dispone por pertenecer a un grupo, por la red social más o menos institucionalizada de que se disfrute. Su volumen dependerá del tamaño de la red de conexiones que pueda movilizar y del volumen de las otras formas de capital que ese grupo posea. Pueden ser amigos más o menos íntimos o miembros de un club con rígidas normas de acceso, siendo la nobleza -en épocas premodernas- la forma más institucionalizada de capital social. Formas en que las familias intentan mantener o aumentar su capital social son mandar los hijos a determinada escuela, pasar las vacaciones y ratos de ocio en determinados lugares... de manera que los contactos más probables sean con personas de una posición social equivalente o superior. Hace algunos años no era raro que las familias manden a las hijas a un club medio chetón como River o Ferro para que se enganchen a algún militar o a un tipo de guita.
En los países de capitalismo avanzado, hay dos especies de capital que jerarquizan la estructura social de sus sociedades: el capital económico y el capital cultural.
Por ejemplo, en las sociedades capitalistas, la clase dominante, la que dispone de mayor volumen de capital, se compone de al menos dos fracciones de clase: aquellos con más capital económico (los empresarios) y aquellos con mayor capital cultural (como los artistas).
Como principios de jerarquización, ambas formas de capital son independientes y opuestas. Independientes, en tanto que la acumulación de uno de ellas no supone necesariamente la acumulación de la  otra. Opuestas, porque aquellos con un gran volumen relativo de una de las dos especies de capital no reconocen como superiores o iguales a aquellos que poseen un gran volumen relativo de la otra especie de capital. Esto quiere decir que quienes acumulen grandes cantidades de capital económico (como el hijo de Caniggia) pueden no dar gran valor a un elevado capital cultural (como un catedrático universitario) y viceversa.
Sobre el espacio social definido por el capital, el sociólogo puede agrupar a los individuos que estén próximos y sean iguales en las características pertinentes de lo que esté estudiando. De esta forma, hacia el interior de una clase social podemos encontrar diferentes fracciones de clase si su capital total tiene una composición mayoritariamente económica o cultural.


viernes, 7 de julio de 2017

Agricultores de EE.UU. hackean sus tractores con software ucraniano

Domingo 26 de marzo de 2017
Por qué los agricultores de EE.UU. hackean sus tractores con software ucraniano



El juego del gato y el ratón, protagonizado habitualmente por los usuarios de PlayStation y Sony o los dueños de un iPhone y Apple, tiene un nuevo protagonista: John Deere.

¿Qué tiene que ver el fabricante de tractores con Sony o Apple? Las tres empresas se "reservan" ciertos derechos de propiedad sobre sus productos. Sony persigue el hackeo de sus consolas para no permitir que corra juegos pirateados; Apple, para que sus iPhone sigan bajo su entorno y el de las operadoras; y John Deere, para que sí o sí los ¿dueños? de un tractor deban recurrir al servicio técnico oficial en caso de algún desperfecto.

Las restricciones de John Deere sobre los últimos modelos de sus tractores volvió muy popular la modificación del software de la computadora interna con un software proveniente de Ucrania: granjeros desesperados por reparar la maquinaria recurren a esa alternativa, que les devuelve el dominio sobre el vehículo, facilitándoles además la posibilidad de realizar cualquier reparación.

Límites
Que los granjeros acudan a hackers para "liberar" tractores tiene otra explicación: John Deere puede, de manera remota, apagar la maquinaria sin que los agricultores puedan hacer otra cosa más que comunicarse con la empresa para solicitar una reparación que bien podrían realizar ellos mismos.

De hecho, John Deere obliga a los compradores de un tractor en los EE.UU. a firmar un documento en donde se comprometen a no realizar cualquier tipo de reparación; todo debe hacerse en el service oficial. No hay posibilidad de "meter mano". Otro apartado impide que demanden a la compañía por imponer esas restricciones sobre los arreglos oficiales.

De hecho la marca obliga a los agricultores a firmar una cláusula que prohíbe prácticamente cualquier tipo de reparación y además evita que los compradores (que no propietarios) de sus tractores puedan demandarles por salir perjudicados por esa dependencia de las reparaciones oficiales. ¿Se te estropea el tractor y no puedes hacer la cosecha? Mala suerte. Es tu problema, no de John Deere.

Como indicaba un agricultor entrevistado, "si un agricultor compra el tractor, debería poder hacer con él lo que quiera. Si quieres sustituir la transmisión y lo llevas a un mecánico independiente te podrá hacer ese cambio, pero el tractor no arrancará. Deere cobra 230 dólares por la pieza, más otros 130 para que vaya a conectarte a un ordenador con un conector USB especial que autorice esa pieza".

Eso ha provocado la aparición de un mercado negro de software y hardware específicamente destinado a que los agricultores recuperen el control de sus tractores de John Deere.

¿El fin de la propiedad privada, o el principio del hacking que recupera esa propiedad?
La actitud de John Deere es un ejemplo destacable de cómo han cambiado las cosas en una industria que cada vez busca tener mayor control no ya sobre sus productos, sino también sobre sus clientes.

De hecho tenemos ejemplos mucho más cercanos en empresas como Apple, que han convertido sus productos en casi irreparables por parte de usuarios de a pie. El caso de los tractores John Deere abre un nuevo interrogante sobre la actuación de las industrias con respecto al control que ejercen sobre sus productos y clientes, atrapados muchas veces en un service oficial, no solo por el software sino también por el hardware.

Reparar un iPhone 7 no es una tarea que cualquier servicio técnico acepte enfrentar, debido a que el diseño del smartphone de Apple lo convierte en un producto casi irreparable. Al mismo tiempo, ofrecer garantías extendidas y servicio técnico oficial es un negocio en pleno crecimiento, sobre todo entre las empresas tecnológicas, donde la sola reparación de pantallas rotas representa ingresos constantes.


La situación revive una vieja pregunta: ¿pagar por un producto no entrega automáticamente la propiedad, y por ende, el derecho a hacer lo que uno desee con él? En vísperas de la era de los autos conectados, la pregunta vuelve a cobrar relevancia, quizás la misma que la del trabajo de los hackers dispuestos a liberar cualquier artefacto.