domingo, 30 de julio de 2017

Svampa: Countries (1997)

Maristella Svampa - “Clases Medias, Cuestión Social y Nuevos Marcos de Sociabilidad” (extractos)



Durante nuestra investigación realizamos numerosas visitas a urbanizaciones privadas. El relato de tres de ellas puede servirnos para ilustrar una suerte de tipología.

En el primer caso, se trata de un country de la zona norte, con veinticinco años de antigüedad, ubicado a unos 37 km de la Capital, en Escobar. Hasta hace poco tiempo, fue un country de clase media alta, pero la acelerada evolución que sufrió en los últimos diez años terminó por modificar su conformación social interna, hoy en día, menos homogénea. Las viviendas antiguas son de tamaño mediano, dispuestas en bloques, muy pegadas, apenas separadas por una calle estrecha, tal como podemos encontrar en un barrio porteño como Villa del Parque. Hay nuevas viviendas, de mayor envergadura, pero nada ostentosas. Sin embargo, en los terrenos recientemente adquiridos, frente al ondulado green de la cancha de golf, comenzaron a erigirse algunas mansiones al mejor estilo “Hollywood”. La pareja que visitamos estaba conformada por una exitosa bioquímica que trabaja en el sector privado y un empresario nacional en bancarrota.

En el segundo caso, se trata de un Barrio Privado típico. Allí el contacto era con un arquitecto de unos 30 años, quien, además de construir barrios privados en la zona norte, acababa de mudarse, junto con su esposa analista de sistemas, a uno de ellos, con buen acceso a la Panamericana, cerca de Maschwitz. Por toda respuesta, él nos invitó a andar en bicicleta, no sin antes agregar que no nos preocupáramos por nuestras pertenencias y que no era necesario cerrar con llave el auto. Recorrimos el barrio en dos ruedas, mientras el arquitecto nos aconsejaba respirar el aire sano del campo. Al pasar, hizo alusión a los “mediocres clasemedieros” que reproducían, casa tras casa, un masificado estilo californiano. La suya era una de las pocas excepciones en el barrio y reflejaba con orgullo su estetizada visión de la vida. Finalmente salimos del pequeños barrio privado y cruzamos la ruta para entrar a otro barrio privado, de mayores dimensiones, cuya visión, si bien no tenía nada de deslumbrante, contrastaba con la austeridad del paisaje que acabábamos de dejar. El arquitecto explicó el porqué de la visita: no era infrecuente que una empresa madre construyera barrios privados hermanados, pero socialmente diferenciados; un “hermano menor”, algo modesto, destinado a una clase media ajustada, con sistema housing , y un “hermano mayor”, ostentoso, para la clase media alta, con clubhouse y alguna infraestructura deportiva.

En nuestra tercera incursión nos aprestamos a trasponer el umbral de uno de los countries más exclusivos de la era menemista, ubicado en el partido de Malvinas Argentinas, a una distancia de 32 Km. de la capital. Aquí también tuvimos, como en el primer caso, una impresión de “deja vu”, sólo que esta vez la referencia fueron exclusivamente del lado de las lujosas mansiones de Bervely Hills, que tanto exhiben los telefilmes norteamericanos. El country tiene diez años de antigüedad y es exclusivamente para residentes permanentes. Las viviendas son fastuosas y los lotes amplios, de dos mil metros, de diferentes estilos, con verdaderos detalles de lujo. En realidad, no sabemos si lo que nos impresionó primero fue la elocuencia de la riqueza o sobre todo su homogeneidad. Entre la variada infraestructura deportiva de uso común, se destaca la hípica. Cuenta además con dos clubhouses , uno de los cuales era el casco de estancia de una conocida familia patricia. El country ostenta un atractivo adicional, el de poseer unos de los colegios bilingües más respetados entre la elite del país. En fin, estábamos a punto de pisar una lujosa residencia de estilo francés: allí nos recibiría una mujer de menos de 40 años, analista de sistemas, que trabaja en una empresa familiar.

En el primer caso, que podemos denominar Tipo I, nos encontramos ante un “country antiguo”. O más simple, un club de campo, originariamente concebido como “segunda residencia” y dotados de una intensa vida social interna así como una diversificada actividad deportiva intercountries. Claro que los hay de variado tipo, desde los countries selectos y elitistas, venidos a menos, algunos con un pasado marcadamente antisemita, hasta los pretenciosos countries de clase media. Pero todos ellos, hoy en día, tienen una problemática común, la que no sin provocación denominaremos como un proceso de trasvasamiento generacional y social, a partir del desplazamiento de los countriestas de fin de semana por residentes permanentes, quienes ya constituyen el 50% de la población. En líneas generales, los nuevos residentes, liderados por los matrimonios jóvenes, conciben el estilo de vida de modo más pragmático y menos ostentoso que sus predecesores. Todos ellos consideran que el country debe actualizar sus servicios en función de los nuevos ocupantes, ajustándose tanto a sus demandas como a sus pautas de consumo. Por último, señalemos que el proceso es acompañado por cambios importantes en la conformación social interna, especialmente en countries de clase media alta, literalmente invadidos por matrimonios jóvenes de la clase media de servicios, con menor poder adquisitivo que los anteriores ocupantes. Más aún, el proceso de masificación producido en los últimos años evidencia, en algunos casos, una suerte de conflicto entre las estrategias de marketing escogidas y las estrategias de distinción conservadas. Pero, por lo general, con raras excepciones, la transición registra un esfuerzo de adaptación al nuevo perfil social y generacional del residente.

En el segundo caso, el Tipo II, nos encontramos con la oferta más difundida en la actualidad: los Barrios privados. Los hay de dos tipos, por un lado, aquellos que están en el centro de la expansión inmobiliaria, que son los barrios de pequeñas dimensiones, destinados a una clase media típica, cuyo valor clave reside en la seguridad; por otro lado, están aquellos destinados a clases medias altas (muy minoritarias, pues éstas prefieren los countries, que presentan una buena calidad paisajística y alguna infraestructura de servicios.
  
Por último, en el tercer caso o Tipo III, se encuentran los countries recientes, exclusivamente destinados a la clase alta y media alta y compuestos en su mayor parte por residentes permanentes. Aquí, la población es más homogénea desde el punto de vista social que en los countries antiguos. Algunos poseen suficientes marcas de estatus y atraen por ello a countriestas de alto nivel socioeconómico, que no han soportado la masificación de los antiguos countries de los cuales proceden. Pese a que esta tipología es la menos representada en términos absolutos, a la hora del análisis resulta particularmente interesante concebirla como una especie de laboratorio, que refleja en estado puro gran parte de las situaciones típicas que atraviesan la mayoría de las urbanizaciones privadas. En efecto, es aquí donde aparece con contundencia la figura de la comunidad cercada y autocentrada, con escasas relaciones de sociabilidad con el mundo exterior. Entre los residentes hay un núcleo tradicional de apellidos patricios; pero también hay muchos matrimonios de altos funcionarios o profesionales que viajan diariamente a la capital. Cuando es el caso, la existencia de un colegio al interior del predio, termina por fijar en el country verdaderas características de ghetto, hecho reforzado por el contraste que este espacio amurallado ofrece con el entorno, jalonado de villas miserias y barrios policlasistas venidos a menos. Así, para hacer frente a un entorno miserable y la mayor parte de las veces, hostil, y continuando con una tradición que proviene de los antiguos clubes de campo, cada country tiene su comisión dedicada a las actividades de beneficencia, a partir del cobro de una cuota mensual que se incluye en los gastos comunes, junto con las expensas. Aquí los problemas de socialización se expresan también en estado puro. Al vandalismo adolescente, que es un problema más que trivial para los countries antiguos, ha sido complementado por la aparición del vandalismo infantil, como es el caso del country que describimos más arriba. Así, durante 1999, en apenas un mes, se registraron doce actos vandálicos, llevados a cabo por niños entre 9 y 12 años, que irrumpieron en viviendas en construcción o apenas terminadas, realizando importantes destrozos. No son pocos los que reflexionan acerca de las consecuencias de una “cultura de la opulencia” (son chicos “que se aburren” porque lo tienen todo) y/o de modelos familiares en crisis (padres “abandónicos” que “largan” a sus hijos al country, o familias desestructuradas por los divorcios).


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