lunes, 14 de agosto de 2017

Movilidad Social 1930-1976

Expansión de las clases medias y formación de una clase obrera consolidada durante la Industrialización Sustitutiva de Importaciones



En el período 1930-1970, se produjeron cambios considerables en la estructura social que afectaron las pautas de movilidad social intra e intergeneracional, vinculados con dos fenómenos decisivos: la industrialización por sustitución de importaciones y las migraciones internas. La crisis del treinta produjo la caída del precio de las materias primas y con ello de la disponibilidad de divisas que aportaba el sector agro-exportador, redujo la capacidad importadora e incentivó el desarrollo de políticas públicas de estímulo a la producción industrial local. La industrialización por sustitución de importaciones (ISI) tuvo lugar en el período 1930-1976, durante el cual es posible reconocer distintas etapas.

El peronismo (1943-1955) le otorgó al proyecto de desarrollo industrial un carácter social distinto, al impulsar la industria de bienes de consumo masivo mediante la expansión del mercado interno basada en una activa política estatal de redistribución del ingreso hacia los asalariados, la inversión pública directa en industrias y servicios, y una política de créditos subsidiados a los pequeños y medianos empresarios locales. A partir de la segunda mitad de la década de 1950 y hasta mediados de 1970, se profundizó la sustitución de importaciones de insumos y bienes de capital, así como la de bienes de consumo durables a través del impulso de la inversión extranjera y estatal. Esto implicó cambios en la estructura de distribución del ingreso que favorecieron a segmentos asalariados de las clases medias. El desarrollo industrial impulsó un movimiento migratorio interno de gran intensidad hacia los centros urbanos de la región pampeana (Buenos Aires, Rosario y Córdoba) desde regiones periféricas rurales que habían quedado al margen del desarrollo agro-exportador.

Desde el punto de vista socio-cultural, las migraciones internas pusieron en contacto a la población criolla (de ascendencia mestiza) con la población de ascendencia europea ya establecida en las ciudades, generando cambios en la estructura social. La formación de una nueva clase obrera de origen mestizo coexistió en un principio junto a las capas viejas del proletariado urbano constituidas por inmigrantes europeos y sus descendientes y luego paulatinamente ambos grupos se fueron mezclando e integrando culturalmente. A diferencia de la inmigración europea de 1860-1930, que había contribuido a la formación de las clases medias, los migrantes internos se incorporaron a los segmentos de clase inferiores del sistema de estratificación, provocando un efecto de “empuje” ascendente hacia posiciones de clase media a los residentes urbanos de origen inmigrante europeo.

Entre 1930-1960 se mantuvo la línea de movilidad que va desde la clase obrera a la clase media pero no ya como movilidad intra-generacional de los inmigrantes europeos sino de la de sus hijos, como una movilidad inter-generacional. La industrialización por sustitución de importaciones abrió canales de movilidad intra e intergeneracional en la estructura social. En primer lugar, produjo una expansión de la fuerza de trabajo asalariada manual, que condujo a la creación de una clase trabajadora consolidada, con acceso a amplios derechos sociales. La mayoría de los migrantes internos eran, en sus lugares de origen, trabajadores no calificados o semi-calificados (muchos de ellos de origen rural), por lo que su incorporación a las ciudades y la inserción en la industria como fuerza de trabajo asalariada implicó una movilidad social intra-generacional. En la experiencia de los migrantes, la llegada a la ciudad significó un mejoramiento sustantivo de su calidad de vida.

El peronismo tuvo un papel muy importante en la formación de la clase trabajadora consolidada por varios factores. Amplió las bases de ciudadanía de los trabajadores  manuales asalariados, otorgándoles derechos sociales y capacidades económicas para hacer efectivos sus derechos civiles. El Estado contribuyó a organizar una estructura sindical fuerte para materializar las reivindicaciones sociales y económicas de los trabajadores. Sin embargo, el movimiento sindical no se subordinó pasivamente al Estado, puesto que tenía capacidad de movilización propia para alcanzar sus intereses de clase. Como resultado, la clase trabajadora mejoró sustancialmente su posición relativa en la estructura social aumentando la porción del salario de los obreros fabriles en la distribución del ingreso. Se trató de un proceso de movilidad ascendente, en este caso, apoyada en la acción colectiva.

Asimismo, el peronismo tuvo un significado de reivindicación simbólica de la clase trabajadora dotando de dignidad, orgullo y respeto a los trabajadores en las interacciones cotidianas en la fábrica y en los barrios. De allí el carácter “herético” del peronismo: trastocar los límites simbólicos de desigualdad de clases, afectando los estatus y jerarquías del momento.

Esta reivindicación simbólica tuvo cierto matiz étnico, ya que los nuevos obreros migrantes internos de origen criollo eran discriminados (a través de términos como “cabecitas negras”, “pardos”, “la negrada de Perón”, etc.) por algunos sectores de clase media de origen europeo que ya habían experimentado un proceso de movilidad social ascendente. En relación con las clases medias, la industrialización y la continuidad del proceso de urbanización posibilitaron su crecimiento acelerado: en el período intercensal 1914-1947 crecieron tanto los sectores asalariados como los medianos y pequeños propietarios de la industria, el comercio y el sector agropecuario.

La expansión de la matrícula educativa en el nivel medio y universitario acompañó este proceso, proporcionando las calificaciones necesarias para el trabajo no manual que implicaban mayores remuneraciones y un mayor prestigio ocupacional, transformándose de este modo en un canal de movilidad social ascendente frecuente y efectivo. En este contexto, los hijos de obreros calificados (de origen europeo principalmente) que ya residían en las ciudades ascendieron a las clases medias principalmente a través de dos canales: la educación universitaria y la incorporación como empleados técnicos, profesionales y administrativos. La industrialización y el desarrollo económico hasta entrada la década de 1960, impulsaban hacia arriba a los trabajadores rurales transformándolos en obreros y a éstos en empleados administrativos, técnicos o profesionales, en el transcurso de una o dos generaciones.

La profundización de la sustitución de importaciones durante la era desarrollista (1958-1976), orientada a la producción de bienes de consumo durables e insumos intermedios (petroquímicos, siderúrgicos, etc.) tuvo un carácter más concentrado y centralizado de acumulación de capital y un impacto diferente en el empleo y en la estructura ocupacional. Por un lado, se expandieron ocupaciones de clase media de alta calificación (profesionales, técnicos y cuadros administrativos) y por el otro, disminuyeron los pequeños y medianos empresarios industriales y los obreros asalariados empleados en los mismos.

En la clase media urbana, se compensaron la desaparición de medianos y pequeños industriales con el aumento de pequeños propietarios del comercio y los empleados altamente calificados del sector servicios (profesionales y técnicos). En la clase obrera, la industria manufacturera dejó de constituir un canal de incorporación para los trabajadores migrantes internos y de países limítrofes en gran medida de origen rural, con la excepción del sector de la construcción y los servicios.

Hacia 1970, en comparación con otros países de América Latina, en Argentina el subempleo y el “sector informal” eran comparativamente pequeños. La industrialización por sustitución de importaciones contribuyó a la conformación de una estructura social abierta e integrada, que hacia 1960-1970 se distinguía del resto de Latinoamérica por las oportunidades de ascenso social que había brindado a las personas de origen de clase popular y por la amplitud de las clases medias y una clase trabajadora fabril con una posición económica consolidada, sustentada en niveles salariales altos y acceso a derechos sociales comparativamente altos.

Este conjunto de condiciones y un contexto de cuasi-pleno empleo posibilitaron que la clase obrera alcanzara niveles de consumo y horizontes de expectativas cercanos a los de las clases medias. El poder económico de la clase obrera se basaba en su organización sindical fuerte y efectiva que le proporcionaba capacidad de resistencia a las políticas contrarias a sus intereses de clase. Argentina tenía un perfil más equitativo de la distribución de ingresos en relación con otros países de América Latina. El Estado desempeñó un rol importante en la conformación de aquella estructura social. En primer lugar, impulsó la expansión de la educación pública y el empleo en la administración estatal, mecanismos de ascenso social que acompañaron el crecimiento económico del país. Esto fue acompañado por medidas de regulación de precios y protección del mercado interno que contribuyeron a una redistribución del ingreso hacia la clase trabajadora, junto al desarrollo de una extensa red de protección social.


Asimismo, la política de créditos favoreció el desarrollo de una pequeña y mediana burguesía industrial y comercial ligada al mercado interno. Las políticas de equidad e igualdad de oportunidades junto a la extensión de los canales de movilidad social se articularon y contribuyeron a conformar una estructura social abierta e integrada. La estructura de clases de 1960-1970 presentaba una amplia zona media constituida por clases medias y una clase trabajadora consolidada. Arriba, se ubicaba una clase capitalista y dirigente reducida como en las mayorías de las sociedades capitalistas avanzadas; y en el extremo inferior, un segmento de clase trabajadora marginal que en adelante comenzaría a aumentar.  Un rasgo distintivo de aquella sociedad era la permeabilidad de los distintos estratos de clase que permitían una alta fluidez social principalmente de abajo hacia arriba, de allí su carácter de “abierta".

*Adapatado de: Dalle, Pablo (2010) "Estratificación social y movilidad en Argentina 1870-2010"

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