viernes, 18 de mayo de 2018

Zygmunt Bauman y la Modernidad Líquida

Zygmunt Bauman y la Modernidad Líquida



A través de la historia, diversas instituciones y estructuras sociales se mantuvieron intactas e incuestionables, donde los valores más relevantes se asociaban a la estabilidad, la unión y la tradición. Pero en nuestra realidad actual, estos valores, guías y estructuras se han disuelto, dando lugar a la Modernidad Líquida, concepto elaborado por el sociólogo polaco Zygmunt Bauman.

La Modernidad Líquida es una categoría sociológica que sirve para definir el estado actual de nuestra sociedad. Bauman la define como una figura de cambio constante y transitoriedad, atada a factores educativos, culturales y económicos. La metáfora de la liquidez intenta demostrar la inconsistencia de las relaciones humanas en diferentes ámbitos, como en lo afectivo y en lo laboral. Las redes sociales juegan su parte en ello, ya que nos permiten conectarnos con todos, pero a la vez desconectarnos cuando queramos: un clic representa un muro o un puente en las relaciones humanas.

La sociedad líquida está en cambio constante, lo que genera una angustia existencial, donde parece no haber sentido cuando se trata de construir nuevas cosas, ya que el tiempo y la propia modernidad impulsarán su desintegración. Así nos encontramos como raza humana navegando los mares de la incertidumbre, sin saber cómo estará la economía mañana, si estallará una crisis o no, si contaremos con trabajo, si formaremos una familia, etcétera.

¿Por qué “Líquido”?

Los líquidos y los gases tienen la cualidad de la fluidez, que los distingue de los sólidos, que son elementos con forma definida y fija, mientras que los primeros sufren continuos cambios y no conservan con facilidad su forma. En este sentido, las “cosas líquidas” no se atan de ninguna forma al espacio ni al tiempo, son libres de fluir por donde quieran, pero siempre de manera momentánea. Los sólidos claramente no cuentan con la libertad de fluir y no se desplazan con facilidad, son fijos y tienen una forma definida y son perdurables: sí ocupan un espacio y un tiempo.

La liquidez es por tanto, una clara representación de nuestra realidad actual. En la vida todas las cosas fluyen, se desplazan, se desbordan, se filtran y gotean, siempre por un periodo de tiempo limitado y sin ocupar un espacio concreto y definido. Es por ello que Bauman adopta el concepto de “liquidez” como una alegoría de la naturaleza, que representa además una nueva fase de la historia humana.


Los conflictos que la liquidez muestra en el mundo laboral

En su teoría, Bauman expone que uno de los ámbitos más afectados por la Modernidad Líquida es el laboral. Las personas ya no ingresan a un trabajo sabiendo cuándo se retirarán, sino que eso depende de las reglas del mercado y por tanto, es incierto. No sucede como antes, cuando una persona comenzaba a trabajar en una compañía en la que permanecía hasta retirarse: el mercado actual exige renovación y cambios desde la propia empresa, pero también desde las necesidades profesionales.

A nivel laboral hay que estar capacitado para cumplir diferentes funciones y movilizarse para enfrentarse a nuevos desafíos. Un empleo ya no es suficiente para crear una carrera profesional, es necesario experimentar distintas labores en diferentes puestos y compañías para poder aprender más y destacarse por sobre los demás. El individualismo y el egoísmo es también determinante en el campo profesional, lo que ha llevado a una preferencia por los trabajos particulares por sobre los trabajos en equipo.

Los cambios constantes y las exigencias cada vez más limitantes del mercado laboral atemorizan a los trabajadores, que no pueden seguir el ritmo vertiginoso de la Modernidad Líquida, quienes muchas veces quedan rezagados y no sirven como sujetos funcionales al sistema laboral actual.


La identidad del hombre y el problema de las relaciones

La búsqueda de la identidad es otra de las problemáticas que presenta la Modernidad Líquida. El trabajo de construirse a sí mismo como sujeto conlleva mucho tiempo y gira en torno a determinadas tradiciones y creencias, que funcionan como un eje central en la vida. Debido a la fugacidad de los valores actuales, esta identidad se construye en cimientos débiles, causando fragilidad y desarraigo en las personas.

Surge de esta forma una nueva identidad flexible, que puede adaptarse a diferentes escenarios y personas, pero que ya no se relaciona con la construcción de un “yo”, sino que es en función a los demás, lo que genera en los sujetos una fuerte dependencia para con los otros y las expectativas de estos, que deberán ser cumplidas.

Las relaciones humanas han sido el ámbito más afectado por la Modernidad Líquida, donde los roles sociales y las instituciones han cambiado para siempre, bajo el lema de uniones más libres y sin ataduras. El matrimonio como institución es un riesgo que pocas personas se animan a tomar: ahora pocas personas quieren comprometerse a largo plazo. El egoísmo reinante no permite generar verdaderos lazos, por el miedo a perder libertad.

La idea del “use y tire” que nos ha otorgado el consumismo se desplaza a las relaciones, donde no hay tiempo para reciclar, ni seguir usando cosas obsoletas, o en propias palabras del sociólogo: “La vida líquida es una sucesión de nuevos comienzos con breves e indoloros finales”. El miedo a profundizar por perder poder de elección ata a las personas, quienes cada día se encuentran más solas.


El amor líquido en Tinder

Muy poco tienen que ver las relaciones de nuestros abuelos con la nuestra. Miedo al compromiso, relaciones de una noche, desengaños amorosos... A muchos jóvenes (y no tan jóvenes) esto puede resultarles conocido.

Para Zygmunt Bauman, estas relaciones son las que dan nombre a su concepto de amor líquido. Según su patrón, el miedo al compromiso y a las cosas a las que hay que renunciar, como la libertad, son la razón principal por la cual existe este miedo a comprometerse y a darlo todo por una pareja.

Las relaciones amorosas acaban convirtiéndose en breves episodios, en los que priva la búsqueda del beneficio personal. Cuando una pareja deja de ser rentable, se deja de lado y se busca una nueva.

Ni más ni menos que la filosofía de Tinder. Historias de amor para siempre han ocurrido gracias a la aplicación de búsqueda de parejas, aunque la mayoría de usuarios desliza rostros en su pantalla hasta encontrar el indicado para pasar la noche.


Ciudadanos del mundo

Hoy es bastante común entre los jóvenes de clase media hacer un viaje por América Latina, Nueva Zelanda o el Sudeste Asiático, con el objetivo de romper con las barreras y ser testigos de realidades distintas a las de su país de origen.

La realidad líquida de Bauman describe precisamente este escenario, que invita al movimiento, al flujo y a la búsqueda de nuevas experiencias, pero sin echar raíces en ningún lugar. Son ciudadanos del mundo pero de ningún lugar al mismo tiempo.


No más trabajos para toda la vida

Esta filosofía basada en la búsqueda de nuevas experiencias y ser ciudadano del mundo también se ve reflejada en el ámbito laboral dentro de la sociedad líquida.

Nuestros abuelos y padres entraron a trabajar en una empresa cuando terminaron el colegio, y se jubilaron en el mismo lugar 40 años después.

Las personas no quieren ataduras ni en el amor ni en el trabajo, según Bauman.

En la actualidad, no existe el llamado trabajo de nuestra vida. Los empleos son cambiantes y el mercado actual necesita renovaciones dentro de las empresas cada poco tiempo.

Por otro lado, Bauman identifica en sus obras la necesidad de cambio en los trabajadores, a los que se les reclama cada día más volatilidad y capacidad de trabajo en diferentes áreas.

Las empresas buscan a personas volubles, con capacidad de reinventarse y que puedan viajar a otra ciudad cuando sea necesario. Personas que lo den todo en el trabajo aún sabiendo que pueden ser reemplazadas en cualquier momento si no cumplen con las expectativas.


El reto de la educación en un mundo líquido

"Aún debemos aprender el arte de vivir en un mundo sobresaturado de información. Y también debemos aprender el aún mas difícil arte de preparar a las próximas generaciones para vivir en semejante mundo".

La crisis económica que azotó las instituciones financieras y las economías de medio mundo en 2008 cambió la forma de pensar de muchos jóvenes.

Antes de la crisis, la sociedad estaba convencida de que unos buenos estudios derivarían en buenas oportunidades laborales. Pero a partir de 2008, todo se puso del revés. Los que han conseguido trabajo, tienen que reinventarse cada poco tiempo y afrontar nuevos retos constantemente. Otros muchos graduados están trabajando en puestos por debajo de su formación, y muchos ni siquiera han accedido al mercado laboral.

En el libro Sobre la educación en un mundo líquido, Zygmunt Bauman conversa con el educador Ricardo Mazzeo sobre la pérdida de credibilidad de las bases de la educación tradicional, la cual se perfila como algo anticuado por no proveer a los jóvenes las herramientas necesarias para encontrar un trabajo.


La era del consumismo

Los que se compraron el iPhone 3G hace 10 años se sintieron los amos del mundo. Tenían en sus manos un producto único en el mercado en ese momento, el cual marcó una diferencia en el uso de los smartphones.

En la era del consumismo, lo importante no es conservar objetos, sino renovarlos constantemente.

En la actualidad, el que conserve un iPhone 3G no podrá ni hablar por WhatsApp. Más de 8 modelos han actualizado la primera versión de los teléfonos de Apple.

La era consumista que vivimos en la actualidad se basa en la ferviente necesidad de sacar nuevos productos en el mercado que saciar las ansias de renovación de la sociedad.

Los productos duraderos ya no son importantes, en esta era priva lo efímero y lo nuevo para sorprender a los compradores.

El consumismo no gira en torno a la satisfacción de deseos, sino a la incitación del deseo de deseos siempre nuevos.

En esta realidad líquida, lo importante no es conservar los objetos, sino renovarlos constantemente para contentar el espíritu consumista. Lo que es más, los consumos pasan a ser más "momentos" que objetos físicos.

La realidad líquida angustia a las personas al carecer de algo fijo y duradero.

La consecuencia principal del mundo opuesto a lo sólido crea ansiedad en las personas, según Bauman. La necesidad de reinventarse en el empleo provoca que muchos trabajadores se queden atrás y que no cumplan con los requisitos necesarios en la actualidad.

Además, la necesidad de relacionarse choca frontalmente con la falta de compromiso y el miedo a perder a la libertad. En la sociedad actual, no podemos aferrarnos a nada, porque todo es cambiante y efímero. Todo es líquido, y la posibilidad de perderlo todo es más que probable.

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