Maristella Svampa - “Clases Medias, Cuestión Social y Nuevos Marcos de
Sociabilidad” (extractos)
Durante
nuestra investigación realizamos numerosas visitas a urbanizaciones privadas.
El relato de tres de ellas puede servirnos para ilustrar una suerte de
tipología.
En el primer
caso, se trata de un country de la zona norte, con veinticinco años de
antigüedad, ubicado a unos 37 km de la Capital, en Escobar. Hasta hace poco
tiempo, fue un country de clase media alta, pero la acelerada evolución que
sufrió en los últimos diez años terminó por modificar su conformación social
interna, hoy en día, menos homogénea. Las viviendas antiguas son de tamaño
mediano, dispuestas en bloques, muy pegadas, apenas separadas por una calle
estrecha, tal como podemos encontrar en un barrio porteño como Villa del
Parque. Hay nuevas viviendas, de mayor envergadura, pero nada ostentosas. Sin
embargo, en los terrenos recientemente adquiridos, frente al ondulado green de
la cancha de golf, comenzaron a erigirse algunas mansiones al mejor estilo
“Hollywood”. La pareja que visitamos estaba conformada por una exitosa
bioquímica que trabaja en el sector privado y un empresario nacional en
bancarrota.
En el
segundo caso, se trata de un Barrio Privado típico. Allí el contacto era con un
arquitecto de unos 30 años, quien, además de construir barrios privados en la
zona norte, acababa de mudarse, junto con su esposa analista de sistemas, a uno
de ellos, con buen acceso a la Panamericana, cerca de Maschwitz. Por toda respuesta,
él nos invitó a andar en bicicleta, no sin antes agregar que no nos
preocupáramos por nuestras pertenencias y que no era necesario cerrar con llave
el auto. Recorrimos el barrio en dos ruedas, mientras el arquitecto nos
aconsejaba respirar el aire sano del campo. Al pasar, hizo alusión a los “mediocres clasemedieros” que
reproducían, casa tras casa, un masificado estilo californiano. La suya era una
de las pocas excepciones en el barrio y reflejaba con orgullo su estetizada
visión de la vida. Finalmente salimos del pequeños barrio privado y cruzamos la
ruta para entrar a otro barrio privado, de mayores dimensiones, cuya visión, si
bien no tenía nada de deslumbrante, contrastaba con la austeridad del paisaje
que acabábamos de dejar. El arquitecto explicó el porqué de la visita: no era
infrecuente que una empresa madre construyera barrios privados hermanados, pero
socialmente diferenciados; un “hermano menor”, algo modesto, destinado a una
clase media ajustada, con sistema housing , y un “hermano mayor”, ostentoso,
para la clase media alta, con clubhouse y alguna infraestructura deportiva.
En nuestra
tercera incursión nos aprestamos a trasponer el umbral de uno de los countries
más exclusivos de la era menemista, ubicado en el partido de Malvinas Argentinas,
a una distancia de 32 Km. de la capital. Aquí también tuvimos, como en el
primer caso, una impresión de “deja vu”, sólo que esta vez la referencia fueron
exclusivamente del lado de las lujosas mansiones de Bervely Hills, que tanto
exhiben los telefilmes norteamericanos. El country tiene diez años de
antigüedad y es exclusivamente para residentes permanentes. Las viviendas son
fastuosas y los lotes amplios, de dos mil metros, de diferentes estilos, con
verdaderos detalles de lujo. En realidad, no sabemos si lo que nos impresionó
primero fue la elocuencia de la riqueza o sobre todo su homogeneidad. Entre la
variada infraestructura deportiva de uso común, se destaca la hípica. Cuenta
además con dos clubhouses , uno de los cuales era el casco de estancia de una
conocida familia patricia. El country ostenta un atractivo adicional, el de
poseer unos de los colegios bilingües más respetados entre la elite del país.
En fin, estábamos a punto de pisar una lujosa residencia de estilo francés:
allí nos recibiría una mujer de menos de 40 años, analista de sistemas, que
trabaja en una empresa familiar.
En el primer
caso, que podemos denominar Tipo I, nos encontramos ante un “country antiguo”.
O más simple, un club de campo, originariamente concebido como “segunda
residencia” y dotados de una intensa vida social interna así como una
diversificada actividad deportiva intercountries. Claro que los hay de variado
tipo, desde los countries selectos y elitistas, venidos a menos, algunos con un
pasado marcadamente antisemita, hasta los pretenciosos countries de clase
media. Pero todos ellos, hoy en día, tienen una problemática común, la que no
sin provocación denominaremos como un proceso de trasvasamiento generacional y
social, a partir del desplazamiento de los countriestas de fin de semana por
residentes permanentes, quienes ya constituyen el 50% de la población. En
líneas generales, los nuevos residentes, liderados por los matrimonios jóvenes,
conciben el estilo de vida de modo más pragmático y menos ostentoso que sus
predecesores. Todos ellos consideran que el country debe actualizar sus
servicios en función de los nuevos ocupantes, ajustándose tanto a sus demandas
como a sus pautas de consumo. Por último, señalemos que el proceso es
acompañado por cambios importantes en la conformación social interna,
especialmente en countries de clase media alta, literalmente invadidos por
matrimonios jóvenes de la clase media de servicios, con menor poder adquisitivo
que los anteriores ocupantes. Más aún, el proceso de masificación producido en
los últimos años evidencia, en algunos casos, una suerte de conflicto entre las
estrategias de marketing escogidas y las estrategias de distinción conservadas.
Pero, por lo general, con raras excepciones, la transición registra un esfuerzo
de adaptación al nuevo perfil social y generacional del residente.
En el
segundo caso, el Tipo II, nos encontramos con la oferta más difundida en la
actualidad: los Barrios privados. Los hay de dos tipos, por un lado, aquellos
que están en el centro de la expansión inmobiliaria, que son los barrios de
pequeñas dimensiones, destinados a una clase media típica, cuyo valor clave
reside en la seguridad; por otro lado, están aquellos destinados a clases
medias altas (muy minoritarias, pues éstas prefieren los countries, que
presentan una buena calidad paisajística y alguna infraestructura de servicios.
Por último,
en el tercer caso o Tipo III, se encuentran los countries recientes,
exclusivamente destinados a la clase alta y media alta y compuestos en su mayor
parte por residentes permanentes. Aquí, la población es más homogénea desde el
punto de vista social que en los countries antiguos. Algunos poseen suficientes
marcas de estatus y atraen por ello a countriestas de alto nivel
socioeconómico, que no han soportado la masificación de los antiguos countries
de los cuales proceden. Pese a que esta tipología es la menos representada en
términos absolutos, a la hora del análisis resulta particularmente interesante
concebirla como una especie de laboratorio, que refleja en estado puro gran
parte de las situaciones típicas que atraviesan la mayoría de las
urbanizaciones privadas. En efecto, es aquí donde aparece con contundencia la
figura de la comunidad cercada y autocentrada, con escasas relaciones de
sociabilidad con el mundo exterior. Entre los residentes hay un núcleo
tradicional de apellidos patricios; pero también hay muchos matrimonios de
altos funcionarios o profesionales que viajan diariamente a la capital. Cuando
es el caso, la existencia de un colegio al interior del predio, termina por
fijar en el country verdaderas características de ghetto, hecho reforzado por
el contraste que este espacio amurallado ofrece con el entorno, jalonado de
villas miserias y barrios policlasistas venidos a menos. Así, para hacer frente
a un entorno miserable y la mayor parte de las veces, hostil, y continuando con
una tradición que proviene de los antiguos clubes de campo, cada country tiene
su comisión dedicada a las actividades de beneficencia, a partir del cobro de
una cuota mensual que se incluye en los gastos comunes, junto con las expensas.
Aquí los problemas de socialización se expresan también en estado puro. Al
vandalismo adolescente, que es un problema más que trivial para los countries
antiguos, ha sido complementado por la aparición del vandalismo infantil, como
es el caso del country que describimos más arriba. Así, durante 1999, en apenas
un mes, se registraron doce actos vandálicos, llevados a cabo por niños entre 9
y 12 años, que irrumpieron en viviendas en construcción o apenas terminadas,
realizando importantes destrozos. No son pocos los que reflexionan acerca de
las consecuencias de una “cultura de la opulencia” (son chicos “que se aburren”
porque lo tienen todo) y/o de modelos familiares en crisis (padres “abandónicos”
que “largan” a sus hijos al country, o familias desestructuradas por los
divorcios).