Nuevas tendencias ocupacionales en el período 2003-2009: significados de
su impacto en el sistema de estratificación social y las pautas de movilidad
En
vísperas del Bicentenario (2010), tras un intenso y sostenido período de
crecimiento económico impulsado por un cambio de modelo de desarrollo
económico-social (2003-2010), se produjeron transformaciones aceleradas en la
estructura social argentina. Una de las dificultades para tratar de comprender
la estructura social actual es que la misma no es fácil de descifrar en una
“foto fija” porque combina las huellas de dos procesos sucesivos y netamente
diferenciados:
1.
Un proceso de carácter regresivo iniciado durante la dictadura (1976) y que
perduró hasta la crisis de 2001, e implicó el aumento de la polarización
social, la pauperización de algunos estratos de clase media y clase trabajadora
consolidada y el crecimiento de un segmento marginal-precario en el interior de
la clase trabajadora. El mismo significó no sólo un aumento de las
desigualdades de ingresos, pautas de consumo y oportunidades de ascenso social
en detrimento de las personas de origen social más bajo sino también un cambio
en la subjetividad orientado a la naturalización de estas desigualdades.
2.
Otro proceso de recomposición social, impulsado por un cambio de modelo del
desarrollo económico, implicó una reversión de las tendencias
socio-ocupacionales precedentes. Luego de la crisis económica del 2001- 2002,
el Estado impulsó transformaciones en el modelo de desarrollo económico-social
sosteniendo un tipo de cambio alto que favoreció la reactivación de las
actividades vinculadas con el mercado interno, especialmente la industria.
La
corriente de inmigración de países limítrofes hacia Argentina se mantuvo
constante desde fines del siglo XIX a fines del siglo XX. En la década de 1970
aumenta su radicación definitiva en los grandes centros urbanos, en particular
en el Área Metropolitana de Buenos Aires.
La
devaluación de 2002 redujo muy fuertemente los costos laborales y aumentó la
competitividad de la producción local, al tiempo que encareció las
importaciones. En este marco, la sustitución de importaciones encontró,
otra vez, un campo propicio para desarrollarse con rapidez. Esta orientación de
la política macro-económica, sumada al precio alto de los productos exportables
y, el crecimiento de las exportaciones de commodities y productos primarios
semi-elaborados, impulsaron un crecimiento económico a tasas muy elevadas
(alrededor del 9% entre 2003 y 2008) que impactaron sobre el mercado de trabajo
revirtiendo las tendencias ocupacionales de los ‘90s.
El
análisis de la evolución del empleo en el período 2003-2009 nos muestra el
impacto favorable del cambio de modelo de desarrollo económico-social sobre el
mercado de trabajo. La tasa de desocupación disminuyó progresivamente (pasando
de 17,4% a 7,8% en el período) en un contexto de la expansión de la PEA. Se
registró un aumento progresivo de los trabajadores registrados (con cobertura
social) y la disminución del empleo precario. Los clasificados como
“empleadores”, que pueden asimilarse a los propietarios de capital, aumentaron
su número con un ritmo lento pero constante luego de la crisis de 2001-2002.
Al
analizar la evolución de la mano de obra asalariada por rama de actividad en la
etapa 2003-2008 se observa que el mayor crecimiento se dio en la Construcción
(101,8%), seguida por los servicios financieros e inmobiliarios (52,7%), hoteles
y restaurantes (50,3%), la industria manufacturera (35%),
transportealmacenaje-comunicaciones (34,3%) y el comercio (33,4%). En todas las
ramas se produjo un mayor crecimiento relativo del empleo registrado sobre el
no registrado.
En
cuanto a la distribución del ingreso, la masa salarial creció progresivamente
en el período 2003-2009. En el 2003, el salario representaba el 34,3 por ciento
del PBI, lo que implica que había caído 11% respecto de 1974. En 2008, alcanzó
el 43,6 por ciento y en el 2009, a pesar de la crisis, llegó al 44,7 por
ciento. En este punto, el cambio de orientación del Estado retomando algunas
funciones de la política macro-económica de la ISI cumplió un papel importante.
Entre ellas podemos destacar la regulación de precios (a través de subsidios al
transporte y los servicios de luz, gas, agua) y su impacto en la transferencia
de ingresos hacia segmentos de clase media y clase trabajadora, la protección
del mercado interno y el papel de árbitro en la puja distributiva entre capital
y trabajo reabriendo las negociaciones colectivas.
Por
otra parte, otros indicadores basados en la distribución personal del ingreso
(como el índice de Gini) muestran que el nivel de desigualdad disminuyó en el
período 2003-2009. Sin embargo, el mismo, aún presenta un nivel alto, similar
al de principios de la década de 1990, aunque con la diferencia que actualmente
la tendencia va en dirección opuesta a la de aquel período. Esto sugiere que
aún perduran los efectos de largo alcance del patrón distributivo que dejó como
herencia la reestructuración social del neoliberalismo y que se requerirá un
esfuerzo sostenido en el tiempo para mitigar esos efectos
Respecto
del tamaño de los segmentos de clase y su capacidad económica, se puede
conjeturar que crecieron y mejoraron su posición relativa en la estructura
social amplias fracciones de las clases medias asalariadas, medianos y pequeños
propietarios de capital y trabajadores cuenta propia. También lo hizo el
segmento de clase trabajadora asalariado formal especialmente aquellos que se
insertan en grandes empresas y están sindicalizados. Se trata de una
recomposición parcial de la clase trabajadora consolidada. Sin embargo, un
segmento importante de la clase trabajadora aún no ha podido salir de una
situación de pobreza y precariedad laboral.
En
relación a los canales de movilidad, en este período es muy probable que se
haya mantenido la movilidad ascendente entre la clase media y media alta basada
en la educación formal y empleos de alta calificación en el sector moderno de
servicios altamente productivo y competitivo. Por su parte, los segmentos de
clase media y media-baja conformados por docentes, empleados públicos,
empleados de oficina de pequeñas y medianas empresas, mejoraron levemente su
posición económica relativa en relación al período de crisis contribuyendo a
abrir canales de ascenso para las personas de origen de clase trabajadora. El
crecimiento económico y la expansión de ocupaciones asalariadas registradas,
impulsó una movilidad estructural intra e inter generacional ascendente de
corta distancia al interior de la clase trabajadora y la clase media.
Fundamentalmente los que accedieron a un empleo estable y calificado en las
grandes industrias: petroquímica, siderurgia, minería, automotrices y empresas
de servicios. Para los trabajadores cuenta propia y asalariados no registrados,
pertenecientes a los segmentos más bajos de la clase trabajadora, la salida de
la crisis del 2001-2002 implicó una cierta mejora de sus ingresos.
La
recuperación del trabajo, aunque sea precario, implicó efectos favorables en la
organización y reproducción de la vida cotidiana. En esta línea, la Asignación
Universal por Hijo, aplicada recientemente, va a mejorar su posición económica
relativa, no obstante, para este segmento de clase todavía no se han abierto
canales de movilidad ascendente efectiva. Actualmente, en las vísperas del
Bicentenario, se abrió un debate acerca de profundizar el modelo
económico-social incrementando la participación estatal en el desarrollo económico
o retraer su papel interventor y abrir más espacio para el mercado y aplicar
políticas de ajuste.
*Adapatado de: Dalle, Pablo (2010) "Estratificación social y movilidad en Argentina 1870-2010"
*Adapatado de: Dalle, Pablo (2010) "Estratificación social y movilidad en Argentina 1870-2010"