El francés Emile
Durkheim (1858-1917) fue uno de los fundadores del pensamiento sociológico.
Estudió filosofía y se graduó en 1882. Siempre tuvo una preocupación por los
aspectos morales de la sociedad, la cohesión social, la religión y las normas
que rigen a la sociedad. Quería conocer los principios científicos que rigen la
evolución de la sociedad. Su pensamiento fue separándose de la filosofía y
acercándose más a las teorías sociales. Sus obras más importantes son la DTS,
de 1893, las RMS, de 1895 y el Suicidio, de 1897. Podría pensarse que las redes
de condicionamiento, la dependencia y la libertad de los actores son las
preocupaciones centrales de la sociología. Pero, ¿dónde empieza y dónde termina
la sociología? Durkheim va a decir que la sociología es la ciencia de los
hechos sociales –ese es su objeto de estudio particular-, y que el primer paso
de las reglas del método sociológico es tratar a los hechos sociales como
cosas.
¿Qué
es un hecho social? Se emplea de ordinario para designar más o menos todos los
fenómenos de la sociedad, siempre que presenten algún interés social. No hay
acontecimientos humanos que no puedan llamarse sociales. Cada individuo bebe,
duerme, come y demás. Pero si esos hechos fueran sociales, la sociología no
tenrdría un objeto propio y su campo se confundiría con el de la biología y la
psicología.
En
realidad, en todas las sociedades hay un grupo determinado de fenómenos que se
distinguen de los que estudia la psicología. Hay costumbres que, incluso cuando
están de acuerdo con mis sentimientos, no soy yo quien los ha creado, sino que
los he recibido por medio de la educación. Al nacer encontramos ya hechas todas
las creencias religiosas; si existían antes, existen fuera de nosotros, afirma.
Lo mismo el idioma o el sistema monetario: funcionan independientemente del uso
que haga de ellos. Estos son modos de actuar, pensar y sentir que existen fuera
de las conciencias individuales. Tienen su sustrato en la sociedad, no en una
persona en particular. Esta exterioridad permite diferenciar a los hechos
sociales de los fenómenos psíquicos. Para que exista un hecho social, debe
haber varios individuos que hayan mezclado sus acciones para que esa
combinación dé por resultado algo nuevo. Para comprender cómo la sociedad se
representa a sí misma, hay que comprender la naturaleza de la sociedad misma y
no la de los particulares. Agua y oxígeno.
Estos
tipos de conducta no sólo son exteriores al individuo, sino que también tienen
un poder imperativo o coercitivo. La prueba está en que se afirman en cuanto
tratamos de resistirlos. Si intento infringir las reglas del derecho, éstas
reaccionan contra mí. Algo similar ocurre con la vestimenta, por la que puede
producirse una suerte de castigo también. Tampoco estamos obligados a hablar
castellano, pero es imposible no hacerlo. Entonces, estos son hechos que
presentan caracerísticas muy especiales: consisten en modos de actuar,
pensar y sentir, exteriores al individuo y dotados de un poder de coacción
por el que se imponen. Además, no pueden confundirse con fenómenos
psicológicos, que existen sólo en la mente de una persona. Por eso, se llaman
sociales, porque no pueden tener otro sustrato, otro sustento, que la sociedad.
Estos constituyen el campo propio de la sociología. Pone como ejemplos el
matrimonio, la moneda, el lenguaje, la religión, la organización política y el
suicidio.
Una
cosa similar, aunque no idéntica, son las corrientes sociales. En una asamblea,
los grandes movimientos de entusiasmo o indignación no tienen como lugar de
origen ninguna conciencia particular. Somos entonces juguetes de una ilusión
que nos hace creer que hemos elaborado nosotros mismos lo que se nos impone
desde fuera. Por lo tanto, cuando la asamblea termina, esas influencias dejan
de actuar sobre nosotros, o hasta podemos estar en contra de ellos. Son hechos
sociales sociales inmateriales y no cristalizados que son igualmente objetivos
e influyentes en los individuos: por ejemplo, los grandes movimientos de masas
impulsados por el entusiasmo, indignación o piedad.
Un
hecho social muy claro es la forma en la que se educa a los niños. Toda
educación consiste en un esfuerzo continuo por imponer al niño formas de ver,
sentir y actuar a los cuales no llegaría por su cuenta. Comer, dormir a horas
regulares, obediencia, tener en cuenta a los demás: el medio social tiende a
moderar al niño como la sociedad quiere, y los padres y maestros son
intermediarios. La costumbre colectiva se expresa en una fórmula que se repite
de boca en boca. Pueden existir incluso sin ser aplicados.
El
hecho social es distinto de sus repercusiones individuales. Un matrimonio o un
suicidio parecen, al principio, inseparables de las formas que adoptan en casos
particulares. Pero la estadística da una forma de aislarlos: representarlos por
tasa de natalidad, nupcialidad, suicidio, etc. Así, las causas individuales del
fenómeno se neutralizan y se expresa el estado del “alma colectiva”. Las
manifestaciones privadas no son fenómenos sociológicos. Pero un fenómeno es
sociológico si es común a la mayoría, si es general. Si todos los corazones
latieran al unísono, no sería debido a una concordancia, sino a que una fuerza
los mueve en el mismo sentido.
Los
hechos sociales son modos de hacer, sentir o actuar. La distribución de la
población o la forma de las viviendas, dice, no son maneras de hacer o sentir.
Podría añadir otra catergoría. En todo caso, los llama fenómenos morfológicos.
“Un hecho social es toda manera de hacer, establecida o no, susceptible
de ejercer sobre el individuo coacción exterior; es general en la extensión de
una sociedad determinada, teniendo al mismo tiempo una existencia propia,
independiente de sus manifestaciones individuales.”
Se
llama institución a todas las creencias y modos de conducta instituidas por la
colectividad. Por eso Durkheim dice que la sociología es la ciencia de las
instituciones: de su origen y de su funcionamiento. Por eso la sociología de
Durkheim se preocupó fundamentalmente de las creencias y la cultura. Para
Durkheim la conciencia colectiva es el conjunto de creencias y sentimientos
comunes al término medio de los miembros de una sociedad que forma un sistema
determinado con vida propia. Para Durkheim la libertad de las personas está
condicionada por su naturaleza social: los hombres están inclinados
naturalmente hacia sus semejantes, a la sociedad y sus costumbres e instituciones.
La libertad para él es el control externo de las pasiones de cada persona,
viene de la internalización de una moralidad común.
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