Charles Wright Mills
La publicación más célebre de este sociólogo estadounidense se llama “La Imaginación Sociológica”, de 1959, y en ella brinda una mirada de la relación entre biografía e historia, teoría y método en el conocimiento sociológico. Su primer capítulo se titula “La Promesa”. Comienza señalando que lo que las personas pueden hacer está delimitado por sus habituales escenarios del trabajo, la familia y el barrio. Los hechos de la historia también son hechos relativos al triunfo y al fracaso de hombres y mujeres individuales: cuando una sociedad se industrializa, el campesino se convierte en obrero; cuando sobreviene una guerra, el agente de seguros se convierte en lanzador de cohetes o experto en radar, las mujeres viven solas, etc. Pero los hombres no definen sus inquietudes en relación con los cambios históricos y las contradicciones institucionales: no atribuyen el bienestar o el malestar de su vida a la sociedad en la que viven. Rara vez se dan cuenta de la conexión entre sus propias vidas y la historia del mundo: en esta era llena de información, no poseen la cualidad mental para entender la relación entre el hombre y la sociedad, entre la biografía y la historia, el yo y el mundo.
Aquí Wright Mills introduce su concepto clave: la imaginación sociológica. Ésta permite comprender el escenario histórico en cuanto a su significado para la vida y la trayectoria de los distintos individuos. La imaginación sociológica permite tener en cuenta cómo las personas frecuentemente son falsamente conscientes de sus posiciones sociales. El primer fruto de la imaginación sociológica es que una persona solamente puede comprender su propia experiencia y destino si se localiza a sí mismo en su época: sólo puede conocer sus posibilidades si conoce las de todos los individuos que se encuentran en las mismas circunstancias. La persona vive una biografía dentro de una sucesión histórica. La imaginación sociológica permite comprender la relación entre la biografía y la historia. Esa es su promesa y su tarea.
Las preguntas de un analista social pueden ser: ¿Cuáles son los componentes de una sociedad? ¿En qué se diferencia de otras formas de organización social? ¿Qué lugar tiene esta sociedad en la historia humana? ¿Cómo cambia? ¿Qué hombres prevalecen en esta sociedad? Estas preguntas pueden aplicarse a un gran imperio o a una pequeña empresa o una familia. La imaginación sociológica permite captar lo que está sucediendo en el mundo y lo que les sucede a ellos como puntos diminutos en la intersección de las biografías y la historia dentro de una sociedad. Desarrollar la imaginación sociológica es como despertar en una casa extraña, es adquirir un nuevo modo de pensar, cambiar los valores, ver la realidad social de una manera distinta.
La distinción más importante que trae la imaginación sociológica es la de inquietudes y problemas. Se presentan "inquietudes" en el carácter de un individuo y sus relaciones inmediatas con los otros, con las áreas que conoce directamente. El enunciado y la resolución de esas inquietudes corresponde al individuo como entidad biográfica. Una inquietud es un asunto privado. Los "problemas", en cambio, trascienden el ambiente local del individuo y tienen que ver con las instituciones de una sociedad histórica y con las maneras en las que diferentes medios se interpenetran para formar la estructura más amplia de la vida social e histórica. Un problema es un asunto público.
Wright Mills utiliza el desempleo como ejemplo de inquietud y problema al mismo tiempo. Que un hombre esté desempleado es una inquietud personal, y para solucionar la situación se apelará a sus capacidades y oportunidades inmediatas. Pero que millones de personas en un país estén desempleadas constituye un problema, y su solución implica considerar las instituciones económicas y políticas de una sociedad. Lo mismo la guerra, que puede ocasionar cambios en la biografía de diferentes individuos, pero sus problemas estructurales refieren a sus causas y efectos sobre la política y la economía. Igual las problemáticas del matrimonio: tasa de divorcio y modelos de familia. O el transporte y la vivienda.
Lo que experimentamos es efecto de cambios estructurales. Por ello, para comprender los cambios de muchos personas, nos vemos obligados a mirar más allá de ellas. Darse cuenta de la idea de estructura social es ser capaz de descubrir esos vínculos entre diversidad de factores y fuerzas al interior de una sociedad. Darse cuenta de ello es tener imaginación sociológica.
El autor dice que la imaginación sociológica se está convirtiendo en una característica importante de la vida cultural, como se podría ver en la psicología, en el análisis político o incluso la crítica artística, donde se le presta más atención a las prácticas y condicionamientos sociales. Pero la imaginación sociológica no es una moda; es una cualidad mental para comprender la conexión, el entrecruzamiento entre las realidades individuales y las sociales, entre inquietudes y problemas.
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