Zygmunt Bauman - Pensando Sociológicamente (1990)
EL LUNES PRESENTAN ESTE TEXTO LOS CUATRO ESTUDIANTES ASIGNADOS.
Bauman (1925-2017) era un sociólogo polaco. Su obra, que comenzó en la década de 1950, se ocupó de cuestiones tales como las clases sociales, el socialismo, la modernidad y la posmodernidad, el consumismo, la globalización y la nueva pobreza. Una de sus obras más conocidas, y en la que reflexiona sobre la especificidad de la sociología se llama “Pensando Sociológicamente”, y fue publicada en 1990.
Empieza diciendo que una mirada a la sección de la biblioteca que tiene el cartelito de “sociología” contiene una serie de libros que presenta a la sociología como un bloque único. ¿Qué es un texto sociológico? La sociología es como una zona en constante actividad, en la que siempre se están sumando conocimientos y cambiando el contenido de la disciplina. Para el autor es importante caracterizar qué es pensar sociológicamente.
¿Qué es pensar sociológicamente? ¿Qué hace a la sociología diferente de otros conocimientos y otras prácticas? En la biblioteca las secciones más cercanas al cartelito de sociología serían: antropología, ciencias políticas, filosofía, historia, economía, derecho, psicología. Se sabe, realmente, que los temas sociológicos estarán más cerca de estos cuerpos de conocimiento que de otros. Pero, si exploran el mismo territorio, ¿qué los diferencia? ¿Qué hace que la sociología y la ciencia política, por ejemplo, sean tan diferentes que tengan cada uno su propio nombre, su propia sección?
La ciencia política tiene su objeto de conocimiento, que es el poder y las problemáticas del gobierno. ¿Pero de dónde sacamos la idea de que las acciones humanas pueden dividirse en ciertas categorías? ¿Del hecho de que se las ha clasificado de esa manera y que a cada grupo de estudios en estas clasificaciones se les dio un nombre? ¿Del hecho de que hay comunidades de expertos creíbles que reclaman derechos exclusivos para estudiar aspectos de la sociedad? Así como hay legislación sobre la actividad de los médicos o de los abogados, la profesión del sociólogo también tiene, en Argentina, su ley, la ley del sociólogo, de 1988. El artículo 2 dice “considérase ejercicio profesional de la Sociología: la producción, aplicación y transmisión de conocimientos científicos sobre la realidad social, fundados en la teoría, metodología y técnicas de dicha ciencia, así como la prestación de todos aquellos servicios profesionales inherentes a la misma.”
Bauman dice que la división de las ciencias sociales no tiene mucho sentido, porque no vivimos en el reino de la ciencia política un rato, luego en el de la economía, o pasamos de la antropología a la historia cuando pasamos de Uruguay a Brasil. La división del mundo humano en diferentes disciplinas académicas no es natural. Es más bien una división del trabajo entre los profesionales que estudian el mundo humano, una división entre los expertos que se ha ido acentuando con el tiempo. Cada uno se mantiene fiel a una idea de disciplina sistematizada y presenta sus hallazgos de manera responsable según ese sistema.
Por esto, la única esperanza que queda, para Bauman, de encontrar aquello que diferencia a la sociología es fijarnos en el tipo de preguntas que guían a cada disciplina, es decir, las preguntas que determinan los puntos de vista a partir de los cuales cada grupo de expertos observa, explora, describe y explica las acciones humanas. ¿Qué preguntas motivan, por ejemplo, a un economista? Se preguntan sobre la relación costo-beneficio de las acciones humanas, como la compra de una empresa, la venta de petróleo, y demás. Un científico político se pregunta sobre cómo cambian o son cambiadas las acciones humanas en términos de poder e influencia.
Para Bauman estas preocupaciones de la economía y la ciencia política no son ajenas a la sociología. Pero la sociología tiene sus propias perspectivas que inspiran series de preguntas para preguntarnos sobre las acciones humanas. La sociología se distingue “por visualizar las acciones humanas como componentes de configuraciones más amplias: es decir, conjuntos no azarosos de actores entrecruzados en una red de dependencia mutua.” Es decir, los sociólogos nos preguntamos qué consecuencia tiene determinado hecho para los actores humanos, las relaciones en las que entramos y los grupos de los que formamos parte. Las redes de condicionamiento, la dependencia y la libertad de los actores son las preocupaciones centrales de la sociología. Las preguntas centrales de la sociología son: ¿de qué manera los tipos de relaciones sociales afectan nuestras aciones y nuestro conocimiento? ¿De qué manera la familia o el barrio o la ciudad en la que una persona se cría afecta su rendimiento escolar? ¿De qué manera la política de un gobierno afecta los adelantos científicos de un país? ¿De qué manera los medios de comunicación afectan la percepción de la gente sobre el dolar? Esta clase de preguntas hacen al área particular de la sociología y la define como una disciplina con cierta autonomía. Pensar sociológicamente es una manera de entender el mundo humano y pensar ese mundo humano de diferentes maneras.
Ahora, pensar sociológicamente tiene una gran distinción con lo que se conoce como “sentido común”. Las ciencias físicas y biológicas no se preocupan mucho por revisar su vínculo con el sentido común. La gente suele creer, por ejemplo, que los avestruces esconden la cabeza en la tierra, cosa que no es cierta. Pero a los ornitólogos, los estudiosos de las aves, no les importa demasiado. Es un mito, y es parte del “sentido común”, es decir, una forma de conocimiento no científica que pasa de boca en boca. Los estereotipos, los mitos y los prejuicios suelen ser parte del sentido común. Parece que el sentido común no tiene nada importante que decir sobre los temas que preocupan a los ornitólogos o a los físicos. Lo que diga doña Rosa sobre el águila dorada de los Urales o el átomo de plutonio los tiene sin cuidado. En realidad, por lo general las personas que no son expertas en esos campos no tienen opinión sobre esas ciencias: sólo los astrónomos ven por los telescopios.
Pero sobre el mundo de lo social, la gente tiene mucho conocimiento sobre la vida cotidiana. Los argentinos la tenemos clara en todo, sabemos más de fútbol que el técnico de nuestro equipo, sabemos de box aunque nunca subimos a un ring, sabemos de la vida, de la locura, de los locos que se creen Napoleón. La sociología está en nuestras vidas, porque todos creemos conocer la sociedad.
Y, como vimos en la obra de Wright Mills, aunque cada uno vive en su rutina, no nos detenemos a comparar nuestras experiencias privadas con las de otros y buscar explicaciones o causalidades. ¿Cómo se entrelaza nuestra biografía individual con la historia que compartimos con la sociedad?
Por otra parte, las áreas que estudian los sociólogos ya han sido nombradas. ¿Qué es un Stigimoloch? Hace falta que nos lo diga un paleontólogo para que lo sepamos; es un dinosaurio. ¿Qué es Cygnus X-1? Hace falta que nos lo diga un astrónomo para que lo sepamos; es un agujero negro. ¿Qué es una familia, un barrio, un matrimonio, una escuela? Estas cosas, que estudia la sociología, ya tienen un significado para el sentido común. Bauman menciona que la soberanía de la sociología sobre el saber social puede verse afectada por el sentido común, por eso es importante marcar un límite muy claro entre conocimiento sociológico y sentido común. El autor propone tres formas para hacer esto.
En primer lugar, la sociología tiene reglas y métodos para su discurso responsable. No se puede ir a un congreso de sociología y decir cualquier cosa sobre cualquier tema. Esto es un atributo de la ciencia. La sociología, supuestamente, está vigilada y autocontrolada: toda “la cocina” (todo el proceso por el que se lleva a cabo la investigación, como la bibliografía consultada y la metodología de estudio utilizada) debe quedar abierta al escrutinio.
En segundo lugar, está el tamaño del campo del que se extrae el material para el pensamiento sociológico. Para la mayoría de la gente, ese campo está limitado a la rutina propia, a la gente que conocemos y los lugares por los que nos movemos, como dijo Wright Mills. Para la sociología eso es una experiencia muy parcial, que no captura la variedad de experiencias de vida.
Ampliar los horizontes de visión permite descubrir la vinculación entre biografía e historia; el conocimiento sociológico tiene algo para ofrecer, que el sentido común no puede proporcionar. Dicho de otra manera, la gente sólo conoce los ambientes que frecuenta. Vemos un robo en una cuadra de un barrio de una ciudad y decimos “el país está violento”. La ciencia necesita de un plano más amplio.
En tercer lugar, la sociología y el sentido común difieren en la manera de comprender y explicar acontecimientos. Las personas suelen creer que son los autores de sus propias acciones; tendemos a percibir todo lo que sucede como producto de la acción intencional de alguien. La sociología, en cambio, piensa más en las redes de dependencia que en acciones individuales. Para la sociología es equivocado comprender el mundo humano como resultado de motivaciones individuales. “Pensar sociológicamente es dar sentido a la condición humana a través de un análisis de las múltiples redes de interdependencia humana.”
En cuarto y último lugar, el poder del sentido común depende de su carácter autoevidente; es decir, que no cuestiona sus supuestos y se autoconfirma en su práctica; descansa en la rutina que modela nuestro sentido común. Esto tiene que ver con el fatalismo (la creencia de que las cosas simplemente cumplen su destino) y la idea de que uno no puede cambiar las condiciones en las que actúa. La sociología, al examinar aquello que se da por hecho, puede cuestionar las certidumbres del sentido común de la gente, con los problemas que le puede ocasionar a quien prefiere que ciertas cosas permanezcan ocultas, como vimos en la entrevista a Bourdieu.
La sociología nos puede llevar a reexaminar nuestra experiencia. Una vez que comprendemos mejor cómo los aspectos aparentemente naturales, inevitables y eternos llegaron a instalarse, podemos encontrar más difícil aceptar que imposibles de ser cambiados, a ver que las cosas son de tal manera, pero que podrían ser distintas. Pensar sociológicamente puede tener un poder antifijación, puede promover la solidaridad, una solidaridad basada en la comprensión.